El Nuevo Testamento
afirma que la ley mosaica, o Antiguo Pacto, fue quitado de en medio (Gal.
3:24,25; Heb. 10:9). Esta es una conclusión acorde a toda la evidencia bíblica
(cf. Ef. 2:15; Col. 2:14). Sin embargo, algunos sugieren que había dos leyes en
la era del Antiguo Testamento, una ley moral y otra ley ceremonial, y que solo
se quitó la última. Quienes hacen esta
distinción dicen que la “ley moral”, que consistía en los diez mandamientos, y
que se llaman “ley de Dios”, y que fue dada por Dios quien la escribió en
tablas de piedra que fueron colocadas en el arca del pacto, con la intención que
permanecieran para siempre. Luego, afirman que la ley ceremonial, que consiste
en todas las demás ordenanzas, es lo que se llamó “ley de Moisés”. Nos dicen
que esta última ley, fue dada por Moisés, quien la escribió en un libro, el
cual no se guardó dentro del arca del pacto, sino a su lado. Concluyen que la
ley de Moisés fue abolida por Cristo, por lo tanto, los diez mandamientos están
vigentes, y todos debemos guardar el sábado. La pregunta que
queremos responder es la siguiente: ¿Enseña la Biblia que hubo una distinción
entre una ley moral y otra ceremonial en la era del Antiguo Testamento? Para empezar, la
Biblia no distingue entre una ley moral y otra que era ceremonial. La Biblia no
dice tal cosa. Alguno podría argumentar sobre aspectos morales, y otros
ceremoniales, en alguna ley, o aspecto legal, pero la Biblia no dice que había una
ley moral y que también había otra ley ceremonial. Las expresiones “ley
de Moisés” y “ley de Dios” se usan intercambiablemente, o indistintamente, en
el registro sagrado. Por ejemplo, Esdras trajo “el libro de la ley de Moisés”
para leerlo al pueblo (Neh. 8:1), sin embargo, ese mismo libro es llamado “el
libro de la ley de Dios” (Neh. 8:8). Otro ejemplo lo vemos en el registro
de Lucas, “Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos,
conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
(como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será
llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la
ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos” (Luc. 2:22-24). Entendemos que Lucas
citó las normas de sacrificio registradas en Levítico 12, lo cual llamó “ley
del Señor”; entonces, aprendemos que la ley del Señor era mucho más que los
diez mandamientos. Es decir, la ley del Señor también incluía leyes
sacrificiales (2 Cron. 31:2-4). Luego, aprendemos que
la Biblia dice que la ley de Moisés fue dada por Dios (Esd. 7:6), y que la ley
de Dios fue dada por Moisés (2 Cron. 34:14). El Señor Jesucristo
atribuyó declaraciones tanto dentro como fuera de los diez mandamientos a Dios
(Mat. 15:4), y en el relato de Marcos el Señor Jesucristo atribuyó declaraciones
tanto dentro como fuera de los diez mandamientos a Moisés (Mar. 7:10). El apóstol Pablo citó
los diez mandamientos, específicamente el mandamiento décimo, “No codiciarás”, como
una ley de la cual hemos sido libertados (Rom. 7:4-7); y, escribiendo a los
corintios, Pablo dijo que la ley escrita en piedras es un “ministerio de muerte”
y “condenación” (2 Cor. 3:7,9), el cual ha sido reemplazado por un nuevo pacto,
uno de vida y justificación. Evidentemente, la
idea de que Dios quitó solamente la ley ceremonial es falsa. Es más, la
distinción entre ley moral y ceremonial es antibíblica. ¿Por qué? Porque la
finalidad de la ley, es decir, la justicia, es alcanzada por la fe en Cristo
(Rom. 10:4). La justicia no se puede alcanzar guardando leyes. Necesitamos el
perdón de Dios. Y, el perdón de Dios se obtiene en Cristo, “en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
(Ef. 1:7; cf. Hech. 2:38,41; Gal. 3:26,27).