Ley, ¿moral y ceremonial?

 


Por Josué I. Hernández

 
El Nuevo Testamento afirma que la ley mosaica, o Antiguo Pacto, fue quitado de en medio (Gal. 3:24,25; Heb. 10:9). Esta es una conclusión acorde a toda la evidencia bíblica (cf. Ef. 2:15; Col. 2:14). Sin embargo, algunos sugieren que había dos leyes en la era del Antiguo Testamento, una ley moral y otra ley ceremonial, y que solo se quitó la última.
 
Quienes hacen esta distinción dicen que la “ley moral”, que consistía en los diez mandamientos, y que se llaman “ley de Dios”, y que fue dada por Dios quien la escribió en tablas de piedra que fueron colocadas en el arca del pacto, con la intención que permanecieran para siempre. Luego, afirman que la ley ceremonial, que consiste en todas las demás ordenanzas, es lo que se llamó “ley de Moisés”. Nos dicen que esta última ley, fue dada por Moisés, quien la escribió en un libro, el cual no se guardó dentro del arca del pacto, sino a su lado. Concluyen que la ley de Moisés fue abolida por Cristo, por lo tanto, los diez mandamientos están vigentes, y todos debemos guardar el sábado.
 
La pregunta que queremos responder es la siguiente: ¿Enseña la Biblia que hubo una distinción entre una ley moral y otra ceremonial en la era del Antiguo Testamento?
 
Para empezar, la Biblia no distingue entre una ley moral y otra que era ceremonial. La Biblia no dice tal cosa. Alguno podría argumentar sobre aspectos morales, y otros ceremoniales, en alguna ley, o aspecto legal, pero la Biblia no dice que había una ley moral y que también había otra ley ceremonial.
 
Las expresiones “ley de Moisés” y “ley de Dios” se usan intercambiablemente, o indistintamente, en el registro sagrado. Por ejemplo, Esdras trajo “el libro de la ley de Moisés” para leerlo al pueblo (Neh. 8:1), sin embargo, ese mismo libro es llamado “el libro de la ley de Dios” (Neh. 8:8). Otro ejemplo lo vemos en el registro de Lucas, “Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos” (Luc. 2:22-24).
 
Entendemos que Lucas citó las normas de sacrificio registradas en Levítico 12, lo cual llamó “ley del Señor”; entonces, aprendemos que la ley del Señor era mucho más que los diez mandamientos. Es decir, la ley del Señor también incluía leyes sacrificiales (2 Cron. 31:2-4).
 
Luego, aprendemos que la Biblia dice que la ley de Moisés fue dada por Dios (Esd. 7:6), y que la ley de Dios fue dada por Moisés (2 Cron. 34:14).
 
El Señor Jesucristo atribuyó declaraciones tanto dentro como fuera de los diez mandamientos a Dios (Mat. 15:4), y en el relato de Marcos el Señor Jesucristo atribuyó declaraciones tanto dentro como fuera de los diez mandamientos a Moisés (Mar. 7:10).
 
El apóstol Pablo citó los diez mandamientos, específicamente el mandamiento décimo, “No codiciarás”, como una ley de la cual hemos sido libertados (Rom. 7:4-7); y, escribiendo a los corintios, Pablo dijo que la ley escrita en piedras es un “ministerio de muerte” y “condenación” (2 Cor. 3:7,9), el cual ha sido reemplazado por un nuevo pacto, uno de vida y justificación.
 
Evidentemente, la idea de que Dios quitó solamente la ley ceremonial es falsa. Es más, la distinción entre ley moral y ceremonial es antibíblica. ¿Por qué? Porque la finalidad de la ley, es decir, la justicia, es alcanzada por la fe en Cristo (Rom. 10:4). La justicia no se puede alcanzar guardando leyes. Necesitamos el perdón de Dios. Y, el perdón de Dios se obtiene en Cristo, “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef. 1:7; cf. Hech. 2:38,41; Gal. 3:26,27).