Firme pero no quieto

 


Por Josué I. Hernández 

 
La idea de “mantenerse firme” aparece con frecuencia en el Nuevo Testamento, “firmes en el Señor” (Fil. 4:1; cf. 1 Tes. 3:8). Sin embargo, podemos equivocarnos creyendo que estar “firme” es permanecer “inmóvil”.  
 
Indudablemente “firme” se entiende como “estable en su posición”, pero siempre abarcando la idea de persistencia, perseverancia en una “posición activa”. Entonces, mientras permanecemos firmes en nuestra posición, sin romper filas, debemos trabajar con diligencia.
 
Mantenerse firme no es quedarse quieto. Consideremos algunos ejemplos:
  • Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará(Sal. 1:3). Este hombre justo está firmemente plantado en la ley del Señor (v.2), pero al hacerlo siempre está dando fruto y prosperando en lo que hace.
  • “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58). Así como debemos permanecer firmes e inconmovibles, también debemos abundar trabajando en el Señor “siempre”.
  • “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). La firmeza no es inmovilidad, sino acción fiel y perseverante en el ejército del Señor.
  • “estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tes. 2:15). La firmeza en el Señor involucra el aferrarse a la instrucción de los apóstoles de Cristo (cf. Hech. 2:42; Jn. 13:20; Mat. 28:20).
 
Mientras nos mantenemos firmes, asegurémonos de no quedarnos quietos, para que no caigamos de nuestra “firmeza” (2 Ped. 3:17; 1 Cor. 10:12).