Una iglesia pequeña

 


Por Josué I. Hernández

 
Hay iglesias de todos los tamaños. Algunas iglesias son grandes y tienen cientos de miembros. Algunas son pequeñas, compuestas de pocos miembros. No hay un acuerdo para saber cuántos miembros componen una iglesia grande, ni cuántos una pequeña. Simplemente, la Biblia no habla de tal cosa. No obstante, sabemos que la “grandeza” de una iglesia no depende de la cantidad de miembros, ni del edificio, ni de los recursos económicos. Por supuesto, la “grandeza de una iglesia” es otro tema. En el presente artículo enfocamos a la “iglesia” (la congregación) que es “pequeña” (compuesta de pocos miembros) en relación con otras que son más grandes.
 
Ventajas de una iglesia pequeña
 
En una iglesia pequeña el sentido de familia es más fácil de percibir, fomentar y mantener (cf. Mar. 10:28-30; 1 Tim. 3:15). Todos se conocen bastante bien y se apoyan mutuamente (1 Cor. 12:26). La interacción es mucho más fácil. Simplemente, todos participan como familiares (1 Tim. 5:1,2) cuidando “la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef. 4:1-3). Se aman fraternalmente y se prefieren los unos a los otros (Rom. 12:10), se saludan (Rom. 16:16) y se soportan con paciencia (Ef. 4:2), y se alientan los unos a los otros (1 Tes. 4:18).
 
En una iglesia pequeña las oportunidades de servicio son más fáciles de ocupar, es más, estas oportunidades abundan. Evidentemente, hay más espacios de trabajo y, por lo tanto, hay mayor sentido de utilidad, con poca opción de rotación en las oportunidades de servicio, porque todos los miembros pueden hacer más de una cosa.
 
En una iglesia pequeña la ausencia se nota fácilmente (Heb. 10:25; cf. Mat. 25:36; Sant. 5:14). Se atiende con prontitud al caso del “asiento vacío” (1 Sam. 20:18). Así también, es fácil reconocer al que necesita ser restaurado (Gal. 6:1,2; cf. 1 Tes. 5:14; 2 Tes. 3:6,14).
 
Desafíos de una iglesia pequeña
 
A pesar de las ventajas, una iglesia pequeña enfrenta varios desafíos y peligros. Un rebaño tan armonioso podría conformarse con su situación. Podría dejar de sostener en alto “la verdad” como una “columna y baluarte” de ella (1 Tim. 3:15), sobre todo cuando la zona de confort resulta tan placentera.
 
Los miembros de una iglesia pequeña podrían creerse ya perfeccionados “para la obra del ministerio” (Ef. 4:12), “según la actividad propia de cada miembro” (Ef. 4:16). De pronto, la apatía podría desplazar el fervor (cf. Rom. 12:11; Apoc. 3:15,16), y la iglesia dejaría de hacer la obra.
 
Sencillamente, el egoísmo y la autocomplacencia están a la puerta. Es una tentación el sentirse muy satisfechos y conformarse entre amigos y parientes. ¿Qué harán cuando alguno rehúsa ser restaurado (Gal. 6:1)? ¿Dejarán que la levadura actúe en la masa (1 Cor. 5:6)?
 
Mientras Dios desea que los siervos idóneos sean capacitados “para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2), una iglesia pequeña podría pensar que tal cosa ya no es necesaria. Han sido fieles, ¿por qué dejarían de serlo?  
 
Toda iglesia puede ser fiel al Señor, sea grande o pequeña, si persevera “en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hech. 2:42). Toda iglesia puede, y debe, estar unida “en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Cor. 1:10). En fin, la fidelidad de una iglesia no depende de la cantidad de miembros que la componen. Ser pocos, o ser muchos, no es sinónimo de ser fieles (Fil. 1:27; Apoc. 2:10; 19:7).
 
No es malo ser una iglesia pequeña. Tampoco es malo ser una iglesia grande. Lo malo es dejar de hacer la obra encomendada por el Señor Jesucristo, “el que anda en medio de los siete candeleros de oro” (Apoc. 2:1) supervisando a sus iglesias (Apoc. 1:12,13,20).
 
Conclusión
 
Una iglesia pequeña tiene sus ventajas. Sin embargo, las ventajas no deben distraerla de su misión y obra, aunque tenga “poca fuerza” (Apoc. 3:8). El Señor Jesucristo aprecia el “arduo trabajo y paciencia” (Apoc. 2:2), a pesar de la “tribulación y pobreza” (Apoc. 2:9).
 
Frente a semejantes ventajas y desafíos, los miembros de una iglesia pequeña deben aprovechar el tiempo de entrenamiento esforzándose en obediencia. Esta experiencia será útil cuando la iglesia crezca.