La preocupación de Pablo por sus hermanos

 


Por Josué I. Hernández

 
Es evidente por esta epístola que Pablo amaba a los hermanos. Cuando estaba con ellos, los trató como una madre y los exhortó como un padre (1 Tes. 2:7,11). Ahora, lejos de ellos, anhelaba verlos (1 Tes. 2:17,18) y oraba por esto “de noche y de día con gran insistencia” (1 Tes. 3:10).
 
Su preocupación por ellos también es evidente al notar su preocupación por la fe de ellos (1 Tes. 3:1-5), y al notar su gozo por saber de su firmeza (1 Tes. 3:6-10).
 
La preocupación de Pablo por sus hermanos
 
Pablo estaba intranquilo por las tribulaciones que los azotaban (1 Tes. 3:1-4; cf. Hech. 14:22), y preocupado por su fe (1 Tes. 3:2,5,6,7,10), temía que su trabajo resultase en vano (cf. Gal. 4:11; Fil. 2:16). Podrían haber sucumbido a la tentación del “tentador” (1 Tes. 3:5; cf. Luc. 8:13), y Pablo oraba con insistencia de noche y de día (1 Tes. 3:10; cf. 5:17). Ahora bien, si la doctrina “una vez salvo, siempre salvo” fuera cierta, ¿por qué se preocupaba Pablo?
 
“Para Pablo Satanás, el tentador, existe; creía en su actividad personal y habló frecuentemente de él como el gran enemigo del alma… Sin duda alguna Pablo sabía que el tentador les había tentado, no sólo a abandonar la fe, sino también a murmurar contra Dios y sus mensajeros, y a concluir que no encontraban en el evangelio la fuerza para soportar tantas pruebas, pero ¿habrían resistido la tentación?” (W. Partain).
 
Preocupado por sus hermanos, Pablo envió a Timoteo (1 Tes. 3:1,2; cf. Fil. 2:19-23), lo cual significaba quedar sin apoyo de su hijo amado y fiel en el Señor. Pablo no miraba por sí mismo solamente (cf. Fil. 2:4,5,17). Nuevamente: Si la doctrina “una vez salvo, siempre salvo” fuera cierta, ¿por qué arriesgarse a favor de los tesalonicenses?
 
Entonces, Timoteo trajo buenas noticias las cuales fueron como bálsamo al corazón del apóstol (1 Tes. 3:6). La reacción de Pablo fue de consuelo, vitalidad y regocijo (1 Tes. 3:7-9).
 
Nuestra preocupación por nuestros hermanos
 
¿Tenemos alguna inquietud? Hay hermanos débiles, de poco ánimo, e incluso, ociosos (1 Tes. 5:14). Hay hermanos que dejan de congregarse (Heb. 10:25). No creemos la doctrina “una vez salvo, siempre salvo”, ¿verdad? ¿Nos preocupan nuestros hermanos?
 
¿Estamos trabajando? La iglesia local es “cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12:25-27). No queremos causar tropiezos (1 Cor. 8:13; 2 Cor. 6:3; 1 Tes. 2:10). ¿Estamos dispuesto a hacer sacrificios personales por amor a nuestros hermanos?
 
¿Experimentamos algún gozo? ¿Cómo reacciona nuestro corazón cuando nuestros hermanos son fieles a Cristo? ¿Podemos decir junto con Pablo “porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor” (1 Tes. 3:8)?
 
¿Oramos por nuestros hermanos? ¿Damos gracias a Dios por ellos? Pablo oraba mucho por los hermanos, ¿qué tanto oramos por los hermanos débiles o probados en la adversidad?
 
Conclusión
 
Mucho gozo hay por la fidelidad y constancia de nuestros hermanos. Pablo fue consolado en sus propias aflicciones por la fe de ellos (1 Tes. 3:7), estaba vivo por la firmeza de ellos (1 Tes. 3:8), y se regocijaba al saber de la fe de ellos (1 Tes. 3:9)
 
Para experimentar tal gozo, necesitamos tener el mismo corazón del apóstol Pablo. Tal vez, la preocupación de Pablo por sus hermanos pueda despertar en nosotros el mismo tipo de preocupación.