Es evidente por esta epístola que Pablo amaba a los hermanos. Cuando estaba
con ellos, los trató como una madre y los exhortó como un padre (1 Tes. 2:7,11).
Ahora, lejos de ellos, anhelaba verlos (1 Tes. 2:17,18) y oraba por esto “de
noche y de día con gran insistencia” (1 Tes. 3:10). Su preocupación por ellos también es evidente al notar su preocupación por
la fe de ellos (1 Tes. 3:1-5), y al notar su gozo por saber de su firmeza (1
Tes. 3:6-10).
La preocupación de Pablo por sus hermanos
Pablo estaba intranquilo por las tribulaciones que los azotaban (1 Tes.
3:1-4; cf. Hech. 14:22), y preocupado por su fe (1 Tes. 3:2,5,6,7,10), temía
que su trabajo resultase en vano (cf. Gal. 4:11; Fil. 2:16). Podrían haber
sucumbido a la tentación del “tentador” (1 Tes. 3:5; cf. Luc. 8:13), y Pablo
oraba con insistencia de noche y de día (1 Tes. 3:10; cf. 5:17). Ahora bien, si
la doctrina “una vez salvo, siempre salvo” fuera cierta, ¿por qué se preocupaba
Pablo? “Para Pablo Satanás, el tentador, existe; creía en su actividad personal y
habló frecuentemente de él como el gran enemigo del alma… Sin duda alguna Pablo
sabía que el tentador les había tentado, no sólo a abandonar la fe, sino
también a murmurar contra Dios y sus mensajeros, y a concluir que no
encontraban en el evangelio la fuerza para soportar tantas pruebas, pero
¿habrían resistido la tentación?” (W. Partain). Preocupado por sus hermanos, Pablo envió a Timoteo (1 Tes. 3:1,2; cf. Fil.
2:19-23), lo cual significaba quedar sin apoyo de su hijo amado y fiel en el
Señor. Pablo no miraba por sí mismo solamente (cf. Fil. 2:4,5,17). Nuevamente:
Si la doctrina “una vez salvo, siempre salvo” fuera cierta, ¿por qué arriesgarse
a favor de los tesalonicenses? Entonces, Timoteo trajo buenas noticias las cuales fueron como bálsamo al
corazón del apóstol (1 Tes. 3:6). La reacción de Pablo fue de consuelo,
vitalidad y regocijo (1 Tes. 3:7-9).
Nuestra preocupación por nuestros hermanos
¿Tenemos alguna inquietud? Hay hermanos débiles, de poco ánimo, e incluso,
ociosos (1 Tes. 5:14). Hay hermanos que dejan de congregarse (Heb. 10:25). No
creemos la doctrina “una vez salvo, siempre salvo”, ¿verdad? ¿Nos preocupan
nuestros hermanos? ¿Estamos trabajando? La iglesia local es “cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12:25-27).
No queremos causar tropiezos (1 Cor. 8:13; 2 Cor. 6:3; 1 Tes. 2:10). ¿Estamos
dispuesto a hacer sacrificios personales por amor a nuestros hermanos? ¿Experimentamos algún gozo? ¿Cómo reacciona nuestro corazón cuando nuestros
hermanos son fieles a Cristo? ¿Podemos decir junto con Pablo “porque ahora
vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor” (1 Tes. 3:8)? ¿Oramos por nuestros hermanos? ¿Damos gracias a Dios por ellos? Pablo oraba
mucho por los hermanos, ¿qué tanto oramos por los hermanos débiles o probados
en la adversidad?
Conclusión
Mucho gozo hay por la fidelidad y constancia de nuestros hermanos. Pablo
fue consolado en sus propias aflicciones por la fe de ellos (1 Tes. 3:7), estaba
vivo por la firmeza de ellos (1 Tes. 3:8), y se regocijaba al saber de la fe de
ellos (1 Tes. 3:9) Para experimentar tal gozo, necesitamos tener el mismo corazón del apóstol
Pablo. Tal vez, la preocupación de Pablo por sus hermanos pueda despertar
en nosotros el mismo tipo de preocupación.