La visita de los magos

 


Por Josué I. Hernández

 
Muchas imágenes vienen a la mente con “tres magos” alrededor de un pesebre en Belén. ¿Recuerda los nombres y el estatus de ellos según la tradición? ¿Es el cuadro tradicional conforme a lo que la Biblia enseña?
 
En su libro, el apóstol Mateo registra la visita de los magos (Mat. 2:1-12), y queremos aprender dos cosas. Primeramente, las características interesantes de esta historia y, luego, las lecciones que podemos extraer.
 
Características interesantes de esta historia
 
En un esfuerzo por despojar la verdad de la leyenda y la tradición, admitimos que hay muchas cosas que no sabemos, muchos detalles que no son especificados. Por ejemplo, ¿quiénes eran exactamente estos sabios del oriente? ¿Venían de Persia? ¿Fueron astrólogos de Babilonia? ¿Cuánto duró su viaje?
 
¿Cuántos magos eran? ¿Cuáles fueron sus nombres? Mateo guarda absoluto silencio al respecto. Se mencionan tres tipos de regalos en su relato (Mat. 2:11). Pero, la cantidad de regalos no indica la cantidad de dadores.
 
¿Cuál era la naturaleza de la estrella que los guio? ¿Era una estrella tal como las que vemos en el espacio sideral? ¿Fue un tipo de cometa? ¿Fue un planeta (Júpiter, Saturno)? Sin duda fue un milagro, pero no tenemos más detalles.
 
¿Cómo relacionaron la estrella con el nacimiento del “rey de los judíos” (Mat. 2:2,7)? ¿Habían aprendido sobre el Mesías por los judíos de la dispersión? ¿Recibieron alguna revelación especial de Dios? Esto último no parece incongruente a la luz del relato.
 
La leyenda, por su parte, ha confundido la realidad con la ficción. La tradición nos informa que eran tres reyes del oriente, cuyos nombres eran Melchor, Baltasar y Gaspar, quienes más tarde fueron bautizados por Tomás, y que llegaron al pesebre la noche del nacimiento de Jesús. En realidad, según el relato de Mateo, ellos llegaron unos dos años después del nacimiento de Jesús (cf. Mat. 2:1,16). Considérese que visitaron a la familia en una casa, no en un establo (Mat. 2:11).
 
Sin duda alguna, Dios nos ha revelado poco acerca de quiénes eran estos hombres, para que nos enfoquemos en lo que hicieron, no en quiénes eran ellos, “…¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle… Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mat. 2:2,11). La historia bíblica gira en torno a Jesús, como digno de adoración.
 
Lecciones que podemos extraer de esta historia
 
1. Es fácil tomar la ficción como hecho. ¿Quién no ha oído de “los tres reyes magos” que llegaron a un establo? Otros ejemplos que podríamos citar son:
  • Que el fruto prohibido, en el jardín del Edén, era una manzana.
  • Que el bautismo es una aspersión o rociamiento.
  • Que los instrumentos musicales son aprobados por Dios en la adoración.
  • Que las mujeres pueden ser pastoras y predicadoras.
 
2. Hay siervos de Dios en lugares donde no esperamos. La historia de estos sabios del oriente puede ser tan poco conocida como la de Job, Jetro, o Melquisedec. Simplemente, no debemos suponer que el pueblo de Dios se compone solamente de los que nosotros conocemos, y enumeramos. Hay muchos fieles de Dios en otros países a quienes Dios conoce (cf. 2 Tim. 2:19).
 
3. No siempre los líderes religiosos son los que dan más honor a Cristo. Piénselo un momento, ¿por qué los principales sacerdotes y los escribas no corrieron a Belén junto con los magos? Los extraños, desconocidos, y menos familiarizados con las Escrituras, buscaron a Jesús (cf. Jn. 1:11). ¿Será posible que llamados “cristianos” muestren menos diligencia que otros que buscan a Jesús? ¿Será posible que “hijos de cristianos” muestren menos interés en Cristo que algunos jóvenes del mundo?
 
4. Puede haber conocimiento en la cabeza, pero sin gracia en el corazón. Los principales sacerdotes y los escribas se apresuraron a dar a Herodes la respuesta a su pregunta. Pero, tal conocimiento no los movía a ellos. No fueron a Belén, es más, algunos de ellos fueron de los peores enemigos de la fe. ¿Qué hay de nosotros? Sabemos muchas cosas, pero ¿qué clase de persona somos con los que sabemos? El conocimiento es necesario (cf. Os. 4:6; ef. 5:17; 2 Ped. 3:18), pero es insuficiente sin la obediencia (cf. Sant. 1:21-25).
 
5. Los magos son un excelente ejemplo de diligencia espiritual. Considere cuánto les costó viajar (dinero, tiempo, persistencia, peligros). ¿Qué tan diligentes somos en nuestro servicio a Cristo? ¿Seremos tan sabios como ellos?
 
6. Los magos son un excelente ejemplo de fe.  Ellos creyeron a Cristo, “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mat. 2:11). Cuando solo vieron a un pequeño en los brazos de su madre, sin milagros para convencerles, excepto la estrella, sin mayor enseñanza para persuadirlos, y a pesar de que los líderes religiosos se mostraron indiferentes. Esta es la clase de fe que Dios aprueba. Por lo tanto, cada vez que leemos de esos sabios del oriente, Dios honra su fe. Un registro para amonestarnos a nosotros.
 
Conclusión
 
Que la fe y la diligencia de estos sabios del oriente sirva para inspirarnos a un mayor servicio a nuestro Señor Jesucristo, aunque los que dicen conocer a Cristo no lo hagan, y aunque el mundo nos desconozca y nos desapruebe.
 
A propósito de “sabios”, ¿seremos tan sabios para buscar, encontrar, adorar y servir a Jesucristo? ¿Seremos tan sabios como para obedecer a su evangelio hoy?