Por Josué I. Hernández
- Ninguno será salvo por el solo hecho de creer en el señorío de Jesucristo. El reconocimiento verbal de su señorío es insuficiente. Simplemente, “decir” no es “hacer”. El Señor demanda la obediencia (cf. Luc. 6:46; Mat. 28:20).
- Los muchos esfuerzos religiosos no pueden ocultar los actos de maldad, aunque esta rebeldía parezca estar cubierta con tanta actividad religiosa. Lo mucho bueno de alguien no puede excusarlo por lo malo que esté haciendo.
- El Señor conoce a los que son suyos (cf. 2 Tim. 2:19). Esta clase de gente se aparta de iniquidad (cf. 2 Cor. 6:14 - 7:1), no son hipócritas como los escribas y fariseos (cf. Mat. 5:20).