Algunas cosas que la Biblia dice acerca del matrimonio



Por Josué I. Hernández

 
La Biblia tiene mucho que decirnos respecto al matrimonio. Recuerde, que la Biblia es la palabra de Dios, y a diferencia de la opinión general y el vaivén cultural, la Biblia establece la verdad (Jn. 17:17).
 
El matrimonio es una creación de Dios. Jesús dijo, “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mat. 19:4,5; cf. Gen. 2:24). El acuerdo matrimonial no es un mero “contrato en un papel”, ni un producto de la evolución social, ni una construcción cultural que podamos modificar como mejor nos parezca. El matrimonio es una institución divina, regulada por Dios, lo cual significa que debemos vivir en ella como él lo indica.
 
El matrimonio debe ser honrado. La Biblia dice, “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4). Debemos honrar el matrimonio tanto en nuestro pensamiento como en nuestro comportamiento. El mismo respeto por el cónyuge que se expresa en fidelidad, ha de expresarse en bondad y compañerismo abnegado.
 
El matrimonio es monógamo. Jesús dijo que un hombre se une a su esposa, y que en el matrimonio son hombre y mujer, y que ambos son “una sola carne” (Mat. 19:5). La poligamia no es parte del plan de Dios para el matrimonio.
 
El matrimonio es permanente. Jesús dijo, “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mat. 19:6). La unión matrimonial permanece hasta que la muerte los separe (cf. Rom. 7:2). El divorcio, o separación, divide lo que Dios ha juntado. Jesús dijo, “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Luego, Jesús agregó, “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mat. 19:9). 
 
El matrimonio es un equipo, o unidad, compuesta de dos integrantes. La expresión “una sola carne” se refiere en parte a la unión física de un esposo y su esposa, pero tiene una aplicación más amplia. El apóstol Pablo, pensando en Génesis 2:24, dijo que el marido debe amar a su mujer como a sí mismo, como parte de sí mismo (Ef. 5:28-31). El matrimonio no es un dúo que simplemente se lleva bien, son dos personas que funcionan como un equipo, como una unidad, son compañeros en un pacto delante de Dios (cf. Prov. 2:17; Mal. 2:14). Mientras mantienen su individualidad, los casados adquieren los rasgos de sus cónyuges.
 
El matrimonio es la solución divina a la necesidad de compañía. No es extraño, por lo tanto, que solo en el matrimonio el disfrute de las relaciones sexuales tenga pleno sentido, y esta expresión tan profunda e íntima sea aprobada por Dios. Luego, el matrimonio es la provisión de Dios para la reproducción y la crianza, y la base de la sociedad.
 
Obviamente, el matrimonio debe tomarse en serio. Quien lo contempla necesita reconocer el compromiso en el temor del Señor, y elegir cuidadosamente a su futuro cónyuge. Los legítimamente casados deben esforzarse por hacer de su matrimonio todo lo que Dios quiso que fuera. En fin, ninguna relación terrenal supera al matrimonio, entre un hombre y una mujer, que viven juntos y crían hijos, como Dios manda.