Cristiano en casa primero

 


Por Josué I. Hernández

 
La Biblia contiene mucha información sobre cómo comportarnos, agradando a Dios, como fieles discípulos de Cristo. Cada versículo que indica cierto comportamiento (pensar, actuar, hablar), ha de aplicarse en casa primero. Consideremos un ejemplo de esto, en la epístola de Pablo a los efesios.
 
“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Cada integrante de la familia debe actuar con total integridad. La vida matrimonial y familiar no andará bien cuando la deshonestidad y la mentira gobiernan el hogar. Decir la verdad, hablar con franqueza, con honestidad, es algo imprescindible en casa primero, y luego, por supuesto, en todo lugar.
 
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef. 4:26,27). Habrá momentos en que el enojo será una reacción adecuada, siempre y cuando este se manifieste con dominio propio, y con la dirección y propósito correctos. Explotar en ira, alzar la voz, quedarse callado o llorar, dando lugar a la amargura o resentimiento, son expresiones de pecado que nunca ayudan. Si bien es necesario un período de reflexión, este pasaje insta a una resolución rápida que impida que el problema salga de control. No debemos permitir que la bola de nieve se vuelva una avalancha, es decir, un entramado de diversas situaciones y problemas irresueltos que destruyan al matrimonio. La familia permanecerá unida si ataca los problemas, desechando lo que les impide funcionar como Dios lo requiere.
 
“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef. 4:28). El ladrón solo piensa en sí mismo, es un egoísta. A propósito, el egoísmo está presente en todo problema familiar, es la raíz de toda disputa y conflicto, de todo fraude y engaño. Marido y mujer tienen diferentes expectativas respecto al uso del tiempo y el dinero, y los hijos están íntimamente involucrados en esto. Siempre que una idea interfiera en el punto de vista del otro, habrá algún conflicto. Cuando marido y mujer aprenden a sacrificarse el uno por el otro, todo conflicto será una oportunidad para crecer juntos, y los hijos seguirán ese ejemplo.
 
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Ef. 4:29). Las blasfemias, insultos, acusaciones exageradas no sirven para la edificación del otro. La edificación permitirá la construcción del cónyuge, ayudándole a ser una mejor persona. Los que oyen, por ejemplo, los hijos, serán motivados a una mejor voluntad de diálogo, y de optimismo en la resolución de conflictos. Enfocarse en la cuestión del momento, y tratar el asunto mismo, es imprescindible en todo esto. Si alguno solo quiere derribar y destruir, está haciendo lo contrario.
 
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Ef. 4:30). Siempre debe recordar que es un cristiano, y debe actuar como tal en casa primero, y luego, por supuesto, en todo lugar.  
 
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4:31). Estamos rodeados de estas cosas. ¿Ha visto como actúan los políticos y las estrellas del espectáculo? No tiene que ir tan lejos, solo mire su vecindario. Cuando alguno deja de mirar todo lo bueno que está sucediendo, y solo mira lo malo, demuestra ingratitud, y abre la puerta a las expresiones condenadas en este pasaje. Su cónyuge no es perfecto, y usted tampoco lo es; sin embargo, ambos tienen muchas cosas buenas en las cuales enfocarse. Sus hijos están observando su comportamiento, no lo olvide.
 
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32). Cuando llega el momento de perdonar, llega el momento de expresar la misericordia que un día usted necesitará también. Perdonar significa dejar los errores del pasado en el pasado, sin volver a mencionarlos. Usted debe ser tan comprensivo con su cónyuge, así como desea que su cónyuge, y el Señor, lo sean con usted.
 
Sin duda alguna, usted puede continuar con Efesios capítulo 5, y con otros muchos capítulos de la Biblia. A medida que usted aprenda este sencillo proceso, de aplicar los principios bíblicos al matrimonio y a la familia primero, descubrirá que la Biblia es un torrente de sabios y pertinentes consejos. Esto no es extraño, el autor de la Biblia es el mismo autor del matrimonio.