La historia de dos hombres ricos

 


Por Josué I. Hernández

 
Lucas registra un contraste interesante entre dos hombres ricos que vinieron a Jesús. En Lucas 18:18-23, leemos de un hombre principal que era muy rico, el cual vino preguntando qué debía hacer para heredar la vida eterna. Luego, en Lucas 19:1-8, leemos de un recaudador de impuestos llamado Zaqueo, el cual era jefe de los publicanos y rico, quien recibió a Jesús en su casa.
 
Estas dos entrevistas con Jesús terminaron de manera muy diferente. El primer hombre rico, se negó a extirpar el cáncer de su vida, y se fue muy triste (Luc. 18:22,23). El segundo, por el contrario, se comprometió a dar hasta la mitad de sus bienes a los pobres, y a resarcir cualquier fraude cometido hasta cuatro veces (Luc. 19:8).
 
Respecto al primer hombre rico, Cristo dijo, “¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios” (Luc. 18:24,25, LBLA). Pero, en cuanto al caso de Zaqueo, Cristo dijo, “Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:9,10, LBLA).
 
Zaqueo, el publicano, el segundo rico en estas historias, es un ejemplo elocuente de “pasar un camello por el ojo de una aguja” (Luc. 18:25).
 
Mientras el primer rico desechó el plan de Dios para su vida, el segundo fue desechado por la sociedad por someterse al plan de Dios para su vida. El primero, continuó aceptado por una mayoría, y no por Dios. El segundo, fue desechado por la mayoría (cf. Luc. 19:7) pero salvó su alma, “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ese la salvará” (Luc. 9:24).
 
Nuestros corazones, no nuestras circunstancias, determinan nuestra respuesta a Jesús. A su vez, nuestra reacción a Jesús determina nuestro destino. La advertencia de Jesucristo debe ser atendida. La tendencia de muchos es confiar en las riquezas (cf. Luc. 12:16-21; 16:9-12; 1 Tim. 6:17-19). He aquí otra ilustración de algo que la sociedad a menudo valora erróneamente.
 
“Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Mar. 10:24).