Ofender



Por Josué I. Hernández

 
Es común oír que alguien se ofendió, que está ofendido. La Real Academia Española dice que ofender es “Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. Por lo tanto, en buen castellano, ofender es herir sentimientos.
 
La Biblia cuando habla de ofender, se refiere a algo mucho más grave que disgustar a una persona. Cuando Dios habla de “ofensa” u “ofender” hace referencia a hacer tropezar, hacer que peque, o pecar en sí (cf. Mat. 6:14; 18:35; Rom. 14:21; Sant. 2:10; 3:2). La gravedad del pecado es asunto sin discusión para los temerosos de Dios (cf. 1 Jn. 3:4; 5:17; Rom. 3:23; 6:23).
 
Comentando sobre la palabra griega “skandalon”, el señor Vine dice “era originalmente el nombre de la parte de una trampa en la que se pone el cebo; de ahí, el mismo lazo o trampa”. Este era el tropezadero, el gatillo de la trampa, y con el cual se atrapaba. Nuevamente, hay diferencia con el concepto de “escándalo” en castellano.
 
Los cristianos no deben ser ofensivos, en el sentido de poner tropiezo, ni a los del mundo, ni entre sí (cf. 1 Cor. 10:32). Por supuesto, el simple hecho de ser un cristiano resulta irritante para algunos, así como también les resulta irritante que prediquemos el evangelio. No podemos hacer mucho al respecto. Sin embargo, debemos ser cuidadosos con nuestra conducta para evitar alguna conducta cuestionable, la cual podría alentar a otros a hacer lo malo (cf. 2 Cor. 6:3).