Por Josué I. Hernández
El verdadero cristiano
El cristiano es uno discípulo persuadido. “Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hech. 26:28). Algunos afirman que han nacido en una familia cristiana, y que por este motivo son cristianos. Esto no lo enseña la Biblia. Nadie nace cristiano. Los cristianos han sido hechos tales al ser persuadidos por el evangelio. El libro de los Hechos describe elocuentemente el proceso mediante el cual hombres y mujeres se volvieron cristianos (Hech. 2:38,41; 8:12,36-38; 9:6; 10:47,48; 16:14,15; 16:30-33; 18:8). No hay cristiano sin conversión (cf. Hech. 3:13; 26:18). Según el inspirado apóstol Pablo, la fe y el bautismo lo revisten a uno de Cristo, y lo hacen cristiano (cf. Gal. 3:26,27; Mat. 28:19,20). Recuérdese, la fe es imposible sin la persuasión (cf. Hech. 15:7; Heb. 11:1).
El cristiano es un discípulo persuadido que sufre por su fe. “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Ped. 4:15,16). Los que sufren por hacer el mal, simplemente están recibiendo según sus hechos, es decir, cosechan lo que sembraron. Sin embargo, el cristiano sufre por confiar y vivir según la voluntad de su Maestro Jesucristo. Los verdaderos cristianos sufren “por causa de la justicia” (Mat. 5:10-12) y son aborrecidos por causa del nombre del Señor (Mat. 10:22) porque ellos no son de este mundo (Jn. 15:19). En fin, los verdaderos cristianos no hablan, ni se comportan como los del mundo (cf. Rom. 12:1,2; 1 Jn. 4:5).
Conclusión