La “actividad demoníaca” del primer siglo en contraste con la supuesta “actividad demoníaca moderna”



Por Josué I. Hernández

 
Cuando comparamos las referencias bíblicas de la actividad demoníaca con los episodios modernos de supuesta actividad demoníaca, notamos que no tienen nada en común, e incluso, que son contradictorios. Simplemente debemos elegir si creer el registro bíblico o la supuesta actividad demoníaca al estilo de Hollywood.
 
Circulan muchas versiones de exorcismos que sucedieron “alguna vez en un lugar muy lejano”, los cuales fueron privados, y cubiertos por un manto de clandestinidad. Sin embargo, cuando Jesús expulsó a los malos espíritus, sus milagros fueron presenciados por multitudes (Luc. 4:36).
 
El Señor y sus apóstoles podían expulsar demonios con resultados inmediatos, y sin mayor esfuerzo (Mat. 17:18; Hech. 19:11,12). Jesús no usaba encantaciones, ceremonias, ni ritos largos. Pero, los casos de supuesta posesión demoníaca son “solucionados” luego de varias sesiones, es decir, con mucho esfuerzo. Están documentados algunos exorcismos que tomaron semanas, e incluso, meses.
 
Los detalles grotescos, y absurdos, abundan cuando se trata de alguna posesión demoníaca moderna (fallos eléctricos, puertas y ventanas que se cierran, espíritus caminando por paredes y techos, maldiciones y blasfemias, etc.). Está documentado el caso de un supuesto exorcismo en el cual el espíritu le dio un mordisco a un sándwich. Pero, ¿cómo podría suceder esto si los espíritus no poseen ni dientes ni apetitos físicos (cf. Luc. 24:39)?  ¡Ni hablar del caso en que un demonio tuvo el ingenio de llamar por teléfono y a altas horas de la noche!
 
Se ha dicho que los endemoniados modernos pronuncian maldiciones usando palabras soeces. En el Nuevo Testamento, sin embargo, los demonios fueron sumamente respetuosos con Dios y las cosas de Dios. Los espíritus malos confesaron a Cristo con sumo temor (Mar. 1:24; 3:11) entendiendo que su destino estaba en manos del Santo Hijo de Dios (Mat. 8:29; Mar. 5:7; Luc. 8:28) quien los desterrará al infierno (Mat. 25:41,46). Santiago dijo, “los demonios creen, y tiemblan” (Sant. 2:19).  
 
Conclusión
 
La capacidad de expulsar demonios era una señal milagrosa que demostraba que la persona con ese don, por ejemplo, un apóstol, anunciaba la palabra bendita de Dios (cf. Mar. 16:17,18,20; 2 Cor. 12:12). En otras palabras, la expulsión de los demonios confirmaba la veracidad del evangelio (cf. Mar. 16:17-20; Heb. 2:3,4), y siempre, esta predicación enfocaba a Cristo como Señor.
 
La posesión demoníaca cesó (2 Ped. 2:4; Jud. 1:6; cf. Zac. 13:2) así como también cesó el período sobrenatural de la iglesia (cf. 1 Cor. 13:8-13).
 
Si en cada grupo religioso Dios ha conferido la capacidad sobrenatural de expulsar demonios, entonces Dios está claramente en conflicto consigo mismo, ya que estos grupos enseñan doctrinas que contradicen a la Biblia. Pero, Dios no es el autor de tal confusión (1 Cor. 14:33), ni está bendiciendo los errores doctrinales que estas agrupaciones religiosas enseñan.
 
Los casos actuales que se asocian con la posesión demoníaca, apariciones fantasmales, etc., son, sin duda, el resultado de problemas psicosomáticos, histeria, hipnosis autoinducida, engaño, ilusión, y cosas similares. Estos fenómenos modernos tienen causas naturales, aunque quizás no siempre bien comprendidas.