La naturaleza de los demonios



Por Josué I. Hernández

 
Seres sin cuerpo. La Biblia afirma que los demonios son “espíritus”. Preste atención cuidadosa al registro inspirado:
  • “Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos” (Mat. 8:16, LBLA).
  • Regresando con gozo, los setenta dijeron, “Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Luc. 10:17), y Cristo les respondió, “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan…” (Luc. 10:20).
  • Se llaman “espíritus malos” (Luc. 7:21; cf. Hech. 19:16).
  • Jesucristo dijo que “un espíritu no tiene carne ni huesos” (Luc. 24:39). Por lo tanto, los demonios son seres espirituales, sin cuerpo, invisibles a nuestros ojos, y que nunca, en la historia bíblica toman forma humana, ni mucho menos formas fantasmales, formas animales, etc.
 
Seres malvados. La Biblia revela que los demonios son espíritus malos, inmundos, y malignos, que sirven a los propósitos de Satanás, y que son “sus ángeles” (Mat. 25:41).
  • Cuando Cristo echaba fuera los demonios, lo hacía a las fuerzas militares de Satanás (Mat. 12:24-29).
  • Los demonios están unidos y organizados (Ef. 6:12) bajo la autoridad del diablo (Apoc. 12:7).
  • Nunca beneficiaron a sus víctimas (Mat. 9:32; 12:32; Mar. 9:18), a pesar de que en alguna oportunidad les dotaron de fuerza sobrehumana (cf. Mat. 5:4; Hech. 19:16). La posesión demoníaca frecuentemente resultó en enfermedades, tanto físicas como mentales, diferentes a una enfermedad por proceso natural (cf. Mat. 4:24).
 
Seres inteligentes. La Biblia indica que los demonios son seres con gran discernimiento e inteligencia, con intenciones y capacidad de realizarlas cuando les fue permitido (cf. Mat. 12:44,45).
  • Algunos son peores que otros (Mat. 12:45) y más fuertes que otros (Mar. 9:29).
  • Entraron y salieron de sus víctimas (Luc. 11:24-26), e incluso, tomaron posesión de animales (Mar. 5:13).
  • Hablaron por la boca del endemoniado (Mar. 1:24).
  • Reconocieron a Jesús (Mar. 1:34; 5:7).
  • Moraron en lugares asolados, en montañas, entre sepulcros, en lugares secos (cf. Mar. 5:2-5; Luc. 11:24).
  • No querían ir al abismo (Luc. 8:31), y sabían que tenían poco tiempo (Mat. 8:29; Mar. 5:7; Luc. 8:28).
  • El Nuevo Testamento no proporciona razones específicas por las cuales los demonios eligieron/decidieron entrar en un individuo en lugar de otro. Sabemos que en aquel tiempo llegaron a habitar en hombres (Mat. 9:32), mujeres (Luc. 8:2), e incluso, en niños pequeños (Mar. 7:25-30). De María Magdalena salieron siete demonios (Luc. 8:2).
 
Seres restringidos. La posesión demoníaca comienza a disminuir luego de la cruz (Col. 2:15; cf. Mar. 16:17,20), hasta el punto de quedar anulada totalmente (2 Ped. 2:4; Jud. 1:6).
  • Mientras hubo posesión demoníaca, apóstoles y otros cristianos los expulsaron con facilidad (Hech. 8:7; 19:11,12).
  • En el Nuevo Testamento, nunca leemos de un cristiano endemoniado, ni huyendo de los demonios. Todos estaban seguros en el reino de Cristo (Col. 1:13).
  • Los demonios podrían reconocer a un cristiano (Hech. 16:16; 19:15), pero nunca recibieron autorización para hacerle daño poseyéndole o asustándole. Esta es la razón por la cual los primeros cristianos no temían a la posesión demoníaca, ni a los demonios, como las naciones paganas les temían en su ignorancia.
 
Seres limitados. Los demonios no son omnipotentes, ni omnipresentes, ni mucho menos, omniscientes. Solo Dios es omnisciente, “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Is. 46:9,10; cf. Sal. 139:4; 1 Jn. 3:20).
  • Por ejemplo, “un espíritu de adivinación” en realidad no podía adivinar. Lucas nos informa de cómo un espíritu de una pitonisa no pudo adivinar que sería echado fuera (Hech. 16:16-18).
  • Tampoco Satanás es omnisciente. Solo Dios posee “anticipado conocimiento” (Hech. 2:23; cf. Hech. 13:27,28; 1 Cor. 2:8,9) y “propósito eterno” (Ef. 3:11; cf. 2 Tim. 1:9; Apoc. 13:8). Dios “llama las cosas que no son, como si fuesen” (Rom. 4:17).