El ecumenismo a la luz de las sagradas Escrituras

 


Por Josué I. Hernández

 
Mientras el ecumenismo ofrece unidad en la diversidad, es decir, asociación a pesar de la diferencia doctrinal y práctica, en otras palabras, compañerismo en desobediencia, la Biblia especifica un tipo de unidad como consecuencia de andar en la luz del Señor (1 Jn. 1:5-7). Considere lo siguiente:
  • La unidad por la cual Cristo oró se basa en la palabra que él trajo del cielo y entregó a sus apóstoles, palabra que sus apóstoles enseñarían (Jn. 17:6,8,14,17,20,21).
  • Este mensaje apostólico sería para “todo el mundo” (Mar. 16:15).
  • La palabra apostólica enseñaría a los “discípulos” (Mat. 28:19) a guardar “todas las cosas” que Cristo ha “mandado” (Mat. 28:20; cf. Hech. 2:42).
  • Lo que fue enseñado por los apóstoles fue lo mismo “en todas partes y en todas las iglesias” (1 Cor. 4:17). Este mensaje se transmitió primeramente de forma oral, y luego quedó escrito (2 Tes. 2:15).
  • Los cristianos fueron amonestados a permanecer “en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Cor. 1:10), reteniendo la “forma de las sanas palabras” que oían de los apóstoles (2 Tim. 1:13) lo cual debía ser transmitido de generación en generación (2 Tim. 2:2).
  • Los cristianos fueron instruidos a que no recibieran a los falsos maestros (2 Jn. 9-11).
  • Aquellos que enseñaban un mensaje contrario a la doctrina de los apóstoles de Cristo debían ser señalados y evitados (Rom. 16:17); y los que rompían el orden debían ser quitados por la iglesia local (2 Tes. 3:6).
 
En lugar de que la palabra de Cristo se enseñe y se practique en todas partes y en todas las iglesias, el ecumenismo afirma que hay diferentes estándares para las diferentes personas. En otras palabras, el ecumenismo acepta y promueve que cada persona, e iglesia, crea y practique cosas diferentes.
 
En lugar de enseñar lo mismo que los apóstoles de Cristo enseñaron, lo cual ha de transmitirse de generación a generación, los defensores del ecumenismo toleran cualquier nueva doctrina que la gente quiera promover. Por lo tanto, el ecumenismo se opone a Dios, a los planes, y a los propósitos de Dios.
 
En lugar de permanecer en la doctrina (enseñanza) de Cristo para mantener la comunión con Dios y los unos con los otros, el ecumenismo busca mantener la comunión unos con otros sin importar la desobediencia de los unos y los otros. Es decir, el ecumenismo no se basa en la palabra de Dios, sino en la sabiduría y la preferencia de los hombres.
 
En lugar de atender a las instrucciones divinas respecto a evitar a quienes no guardan la doctrina de los apóstoles, el ecumenismo enseña que ignoremos las instrucciones de Dios y que aceptemos a quienes rechazan la doctrina del Señor.
 
Conclusión
 
El ecumenismo no es la unidad que se describe en el Nuevo Testamento. Es más, el ecumenismo es el tipo de unidad que los apóstoles señalaron como pecaminosa, y contra la cual advirtieron a los santos.
 
Solamente la total obediencia a Cristo nos permite ser “unánimes, sintiendo la misma cosa” (Fil. 2:2), “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef. 4:3).