¿Qué es el ecumenismo?

 


Por Josué I. Hernández

 
El ecumenismo se refiere al movimiento para promover la unidad entre las iglesias llamadas “cristianas”, a pesar de las diferencias en doctrina y práctica. Hay quienes procuran extender la comunión para incluir también a otros grupos religiosos que no son necesariamente “cristianos”, con actividades conjuntas, ministerios, y eventos interreligiosos, lo cual, en generaciones anteriores, sería un asunto descabellado.
 
El ecumenismo contemporáneo tiene su origen en la conferencia internacional protestante de Edimburgo (1910).  El consejo ecuménico de las iglesias fundado en 1948, cuya sede se encuentra en Ginebra, agrupa a un gran número de iglesias protestantes y a la mayor parte de las ortodoxas orientales.  Tras el concilio Vaticano II (1962), la iglesia católica, durante largo tiempo ajena a este movimiento, multiplicó los contactos con lo los "no católicos" y los "no cristianos" (encuentro auspiciado por el papa Juan Pablo II, el 27 de octubre de 1986, en Asis, de representantes de todas las religiones del mundo).
 
La palabra “ecumenismo” proviene de “oikouméne”, indicando “tierra habitada” (cf. Luc. 4:5; Hech. 11:28; Rom. 10:18) transmitiendo la idea de “universal” como es la tierra habitada, por medio de tolerarse en convivencia, con tal que haya algo de creencia en Jesucristo.
 
Muchas personas ven este tipo de esfuerzo como incuestionablemente bueno y digno de toda alabanza. Después de todo, la Biblia elogia la unidad, ¿no es así? ¿Cómo podría el ecumenismo ser algo malo? Desafortunadamente, el ecumenismo promueve un tipo de unidad diferente a la unidad en Cristo. Sencillamente, no toda clase de unidad es buena (cf. 2 Cor. 6:14-18).
 
 
“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gal. 1:6-9).
 
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Jn. 9-11).