Fue importante para el ministerio de Jesús el
nombramiento y la formación de sus apóstoles. Estos hombres lo seguirían y
continuarían su obra. La Biblia nos informa que el Señor Jesús estableció apóstoles
(cf. Mar. 3:13-19) para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar
investidos de autoridad para sanar enfermedades y echar fuera demonios (v.14,15). El registro bíblico nos informa que los apóstoles serían
testigos, embajadores, maestros y fundamento.
Testigos
No hay otros testigos oficiales de la resurrección de
Jesucristo como lo son los apóstoles. Hasta el día de hoy su testimonio está
disponible en el Nuevo Testamento. Jesús se presentó vivo en varias oportunidades a los
apóstoles que había escogido (Hech. 1:1-3), y los comisionó a testificar acerca
de él (Hech. 1:8). Pedro explicó que los apóstoles debían ser testigos de la
resurrección del Señor (Hech. 1:21,22). Así, pues, los apóstoles testificaron
una y otra vez (Hech. 2:32; 3:15; 4:33; 5:30-32; 10:39-41; 13:29-31). El testimonio apostólico es base sólida para nuestra fe, y
todo esto según el plan de Dios. Jesús esperaba que creyéramos en él a través
de la palabra apostólica (Jn. 17:20). Por lo tanto, sin el testimonio de los
apóstoles no hay fe, ni bendición en Cristo (1 Cor. 15:12-19). La forma en que vivieron y murieron da credibilidad a su
testimonio. Sufrieron mucho por su ministerio (1 Cor. 4:9-13; 2 Cor. 11:23-28).
Embajadores
Los apóstoles son los embajadores de Cristo, sus
enviados, para comunicar un mensaje a toda persona (Mar. 16:15,16). Su ministerio
es uno de reconciliación (2 Cor. 5:18,19). He aquí los embajadores de Cristo (2
Cor. 5:20,21), incluso desde la prisión (Ef. 6:19,20). Los apóstoles nos enseñan la historia de la salvación.
Llaman a todos a la reconciliación con Dios (2 Cor. 5:20; 6:1), y advierten del
peligro de rechazar a Cristo y su mensaje (Jud. 17-23; Heb. 12:25-29; cf. 2
Tes. 1:7-9). No necesitamos otros embajadores que aquellos a quienes Cristo
estableció.
Maestros
Los apóstoles de Cristo continúan la obra comenzada por
Jesús. Durante su ministerio terrenal, el Señor no les reveló todas las cosas (Jn.
16:12), en cambio, el Espíritu Santo les reveló toda la verdad (Jn. 16:13,14) y
les recordó todas las cosas que dijo Jesús (Jn. 14:25,26). Estos maestros formados por Cristo fueron comisionados
con una doctrina, es decir, con una enseñanza (Mat. 28:19,20), y a consecuencia
de esto, declararon todo el consejo de Dios (Hech. 20:27) y enseñaron todas las
cosas que pertenecen a la vida y a la piedad (2 Ped. 1:3). Debido a lo anterior, los apóstoles de Cristo son autoridades
en la iglesia y cada fiel discípulo persevera en la doctrina de ellos (Hech.
2:42). Dicho de otro modo, la palabra de los apóstoles es palabra de Dios (1
Tes. 2:13; cf. 1 Cor. 14:37). Rechazar a los apóstoles es rechazar a Dios (1
Tes. 4:1,2,8; Luc. 10:16).
Fundamento
Dependiendo de Cristo, los apóstoles son fundamento para
el pueblo de Dios de todo lugar y tiempo. Es decir, la iglesia está edificada
sobre Cristo como la principal piedra del ángulo (Hech. 4:10-12; 1 Cor. 3:11) y
los apóstoles son el fundamento de la estructura espiritual (Ef. 2:19-22; cf. Apoc.
21:9,10,14). Si alguno creerá en Cristo para salvación, esto sucederá
por el testimonio de los apóstoles (2 Ped. 1:16-18). Por lo tanto, su doctrina
debe ser aprendida, practicada y enseñada (Hech. 2:42; 1 Cor. 4:17). Sin duda
alguna, el mensaje apostólico ofrece la esperanza que el alma tanto necesita
(Ef. 3:5,6).
Conclusión
Asegurémonos de dar honor a estos embajadores y testigos
de Cristo, estudiando y practicando su doctrina. Nunca olvidemos que cuando alguno se aleja de la doctrina
apostólica se aleja de la salvación en Cristo (Heb. 2:1-4; cf. 2 Jn. 9-11).