Jesús, su nombre

 


Josué I. Hernández

 
El nombre personal usado por nuestro Señor y Salvador fue elegido y anunciado antes de su nacimiento. El ángel Gabriel fue enviado a María, una virgen, para anunciar que tendría un hijo, “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Luc. 1:31-33).
 
Luego, cuando José supo que María estaba embarazada, suponiendo lo peor, pensaba en dejarla secretamente, sin mayor escándalo. Pero, un ángel del Señor le informó que ella estaba embarazada por obra del Espíritu Santo, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21).
 
Jesús, el nombre divinamente elegido, es el equivalente griego del hebreo “Josué”. Significa “la salvación es de Jehová”, una apelación a la salvación que Dios provee. Como muchos otros nombres personales en la Biblia, Jesús tiene una connotación doctrinal.
 
El nombre personal de nuestro Señor y Salvador es totalmente apropiado, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21). Este nombre describe su oficio, es decir, lo que el haría.
 
Jesús provee salvación del poder del pecado (Rom. 8:1,2,12-14), de la culpa del pecado (Rom. 5:8,9) y las consecuencias del pecado (cf. Rom. 5:9; 1 Tes. 1:9,10). No hay nombre que nos provea de mayor consuelo y esperanza.  
 
Debido a que el nombre Jesús era de uso común, en más de una oportunidad el Señor fue identificado como “Jesús nazareno” (cf. Jn. 18:5; Hech. 2:22) o “Jesús el galileo” (Mat. 26:69).