Comparando los corazones con diferentes tipos de suelo en los cuales cae la
semilla, la cual es una representación de la palabra de Dios (Luc. 8:11), el
Señor indicó que la bendita simiente que produce cristianos, es decir, el
evangelio del reino (cf. Mar. 1:14; 16:15,16; 1 Ped. 23,25), no siempre hallará
la recepción y la aceptación esperadas. Hay una clase de corazón como tierra espinosa, en el cual la palabra no
dará fruto, y el resultado llegará a ser la esterilidad, “Otra parte cayó
entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto” (Mar.
4:7). Estos “espinos” son “Cizañas pendencieras en forma de cardos, que usan el
espacio disponible, luz y agua que las plantas buenas necesitan” (J. F.
MacArthur). El Señor especificó cuáles son estos espinos, “los afanes y las riquezas
y los placeres de la vida” (Luc. 8:14). En Marcos se agrega, “las
codicias de otras cosas” (Mar. 4:19). “Este es el caso del terreno que no ha sido completamente limpiado de
abrojos, los cuales, levantándose por encima de la simiente buena, la ahogaron,
excluyendo la luz y el aire, y absorbiendo toda la humedad y fertilidad del
suelo… El mal aquí no consiste en un terreno duro ni poco profundo, pues hay
bastante blandura y bastante profundidad, sino la existencia de algo que quita
toda la humedad y fertilidad y así hace morir de inanición a la planta buena”
(Jamieson, Fausset, Brown). Si bien el suelo no elige ser un terreno espinoso, los corazones humanos
están dotados con la capacidad para dejar crecer los espinos o expulsarlos.
Cada persona tiene el poder de ser buena tierra, si quiere (cf. Jn. 5:40;
7:17; Mat. 23:37). Dios “quiere que todos sean salvos” (1 Tim. 2:4), por
lo cual ha de predicarse a “toda criatura” (Mar. 16:15), y a “todas las
naciones” (Mat. 28:19), pero muchos no quierenla palabra de
salvación (cf. Rom. 1:16; Ef. 1:13; 1 Cor. 1:21). Algunos cristianos nunca maduran (1 Cor. 3:1-3; cf. Heb.
5:11-14). No aprenden a estar contentos con lo que tienen (1 Tim. 6:6-8), y suelen
vivir afanados, descontentos, y totalmente desorientados respecto al reino de
Dios y su justicia (Mat. 6:33). “La ansiedad indica falta de fe en Dios. Indica una preocupación excesiva
por los asuntos de esta vida, y una falta de interés en cosas espirituales. El
afán de este siglo no quiere decir vicios, sino una preocupación excesiva por
tales asuntos como el empleo, el negocio, la educación, y los problemas
ordinarios de la vida.” (W. Partain). El crecimiento espiritual es inhibido por los afanes y
ansiedades que distraen la mente (Luc. 12:29-32), por el amor al dinero (1 Tim.
6:17-19), y por los placeres (1 Tim. 5:6; Sant. 5:5). La tierra espinosa representa
a cristianos que se han vuelto infructuosos por el materialismo, y que “yéndose,
son ahogados” (Luc. 8:14). Debemos reconocer que el dinero, la recreación, y las
posesiones materiales, no logran satisfacer los deseos del corazón ni cumplir la
eterna felicidad que ilusoriamente prometen. En su lugar, enceguecen respecto a
los asuntos eternos y espirituales.