Según vamos leyendo en el Nuevo Testamento, una
parábola suele ser una historia o narración extraída de la naturaleza o de las
circunstancias del ser humano, de las cuales se pueden aprender lecciones
espirituales por comparación. La parábola del sembrador trata de diferentes
tipos de suelo en los cuales cae la semilla, los cuales representan diferentes
tipos de corazones que oyen la palabra de Dios, el segundo de los cuales es como
tierra pedregosa (Mar. 4:5,6,16,17). “Otra parte cayó en pedregales, donde no
tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero
salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó” (Mar. 4:5,6). Nuevamente vemos un suelo al que cayó la
semilla, es decir, un corazón al que llegó el bendito mensaje del evangelio.
Sin embargo, el tipo de suelo no era óptimo para la semilla. “El pedregal es un sitio de mucha piedra o
donde por debajo hay roca. Lo poco de tierra por encima de la roca, o entre las
piedras, es suficiente para que la semilla brote, pero no para que eche mucha
raíz y produzca fruto. Por no haber profundidad de tierra no hay esperanza de
ningún bien” (B. H. Reeves). El Señor dijo que el suelo pedregoso
representa a quienes oyen la palabra y la reciben con alegría, “al momento
la reciben con gozo” (Mar. 4:16). Sin embargo, como toda planta sin raíz,
son de corta duración, “porque cuando viene la tribulación o la persecución
por causa de la palabra, luego tropiezan” (Mar. 4:17). Tropiezan cuando enfrentan la tribulación o
la persecución, la cual es representada por el sol (Mar. 4:6) que en este caso
ocasiona la muerte de la planta. ¿Por qué fue secada por el sol? “porque no
tenía raíz”. Lucas registra lo siguiente, “Los de sobre
la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no
tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Luc.
8:13). “La semilla sembrada en pedregales representa
el caso de la persona, que, al oír el evangelio de reino de Dios, recibe la
palabra con gozo (por las grandes y perdurables bendiciones que el evangelio
ofrece al pecador perdido)... Pero su prontitud en recibir la palabra de Dios
no es mezclada con profundidad de convicción para permanecer fiel. Es movido
más bien por emociones que por firmeza de fe… No hacen buen uso de sus pruebas
de fe” (B. H. Reeves). “Es cuestión de recibir LUEGO y entonces caer
LUEGO. Este es el oyente superficial, emocional, impresionable, impulsivo.
Obedece con gozo pero es gozo pasajero. No obedece por convicción. Oye un
sermón conmovedor y obedece. Los amigos obedecen, por eso él también obedece.
Tal vez obedece durante una "campaña emocionante" (le gustaron los
himnos y los hermanos fueron muy amables, etc.), pero no calculan gastos, Luc. 14:25-33.
No considera la cruz que debe llevar. No toma en cuenta la oposición que
encontrará. Obedece, pero no se acerca a Dios en oración y con lectura bíblica,
no es debidamente activo en la iglesia, no se fortifica, no se confirma (Hech. 14:22)”
(W. Partain). Cada cual es responsable de arraigarse en
Cristo para dar fruto con perseverancia, “arraigados y sobreedificados en
él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracias” (Col. 2:7; cf. Jn. 15:1,2,8). Muchos escuchan la palabra y la reciben con
gran alegría. Entusiasmados obedecen al evangelio y arden en celo por las cosas
del Señor. Pero su fe no supera lo superficial, no se arraigan en Cristo, y
tropiezan cuando surgen problemas y tribulaciones. Son cristianos gobernados
por la emoción más que por la palabra de Dios.