La tierra junto al camino

 


Por Josué I. Hernández

 
La parábola del sembrador (Mat. 13; Mar. 4; Luc. 8) ilustra las diferentes reacciones al mensaje del evangelio. La parábola comienza indicando una clase de persona que es representada como terreno “junto al camino” (Mar. 4:4), un terreno lo suficientemente endurecido como para impedir que la semilla fructifique en él. Esta clase de terreno es “su corazón” (Mat. 13:19).
 
“Las parcelas solían ser más bien alargadas, y estaban separadas por senderos o caminos por los que se podía pasar; cuando la semilla caía en esa parte pisoteada y endurecida no tenía posibilidad de penetrar en el suelo” (W. Barclay).
 
Los de “junto al camino” (Mar. 4:4) son aquellos “en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones” (Mar. 4:15), “para que no crean y se salven” (Luc. 8:12).    
 
Esta clase de corazón endurecido es insensible, y al oír la palabra del evangelio “no la entiende” (Mat. 13:19), no porque no pueda, sino porque no quiere (cf. Ef. 4:17,18; 2 Cor. 4:3,4). El problema no es intelectual, sino moral. “Corazones endurecidos por la indulgencia del pecado no reciben la palabra de Dios, Satanás quita inmediatamente la palabra que esas personas puedan escuchar” (J. B. Coffman). 
 
En esta clase de corazón la semilla es pisoteada antes de ser devorada, “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron” (Luc. 8:5). Esto sugiere la reacción de hombres que menosprecian al evangelio.  
 
“La condición del corazón de la persona es clave en su conversión. Como la semilla que cae en caminos duros no puede echar raíces y crecer, sino que es comida de las aves, de igual manera la palabra del reino sembrada en el oyente que no quiere comprender verdades espirituales no penetra su corazón y se aprovecha Satanás para quitarla de la mente de dicho oyente. Él tiene su corazón endurecido por la mundanería y el materialismo, y la palabra de Cristo no halla cabida en él (Jn. 8:37)” (B. H. Reeves).
 
Si bien Satanás motiva y facilita el endurecimiento del corazón, cada cual es responsable por lo que sucede en su corazón (cf. Mar. 8:17,18; Mat. 13:15; Sant. 1:21).
 
Muchas personas han endurecido su corazón al evangelio por varias razones. Por ejemplo, aman más las tinieblas que la luz (Jn. 3:19,20), aman la alabanza de los hombres más que a Dios (Jn. 12:42,43), aman este mundo (2 Tim. 4:10), aman los deleites más que a Dios (2 Tim. 3:4), son amadores de sí mismos (2 Tim. 3:2), aborrecen a Dios (Rom. 1:30).
 
Satanás se aprovecha fácilmente de estas personas para cegarlas a través de doctrinas atractivas tales como el materialismo, el pluralismo, el hedonismo, el posmodernismo, etc.
 
En fin, “los de junto al camino” son una mayoría que no tiene interés en el misterio del reino de Dios. “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mat. 13:9).