La parábola del
sembrador (Mat. 13; Mar. 4; Luc. 8) ilustra las diferentes reacciones al
mensaje del evangelio. La parábola comienza indicando una clase de persona que es
representada como terreno “junto al camino” (Mar. 4:4), un terreno lo suficientemente
endurecido como para impedir que la semilla fructifique en él. Esta clase de
terreno es “su corazón” (Mat. 13:19). “Las parcelas solían
ser más bien alargadas, y estaban separadas por senderos o caminos por los que
se podía pasar; cuando la semilla caía en esa parte pisoteada y endurecida no
tenía posibilidad de penetrar en el suelo” (W. Barclay). Los de “junto al
camino” (Mar. 4:4) son aquellos “en quienes se siembra la palabra, pero
después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró
en sus corazones” (Mar. 4:15), “para que no crean y se salven” (Luc.
8:12). Esta clase de corazón
endurecido es insensible, y al oír la palabra del evangelio “no la
entiende” (Mat. 13:19), no porque no pueda, sino porque no quiere (cf. Ef.
4:17,18; 2 Cor. 4:3,4). El problema no es intelectual, sino moral. “Corazones
endurecidos por la indulgencia del pecado no reciben la palabra de Dios,
Satanás quita inmediatamente la palabra que esas personas puedan escuchar” (J.
B. Coffman). En esta clase de
corazón la semilla es pisoteada antes de ser devorada, “El sembrador salió a
sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue
hollada, y las aves del cielo la comieron” (Luc. 8:5). Esto sugiere la
reacción de hombres que menosprecian al evangelio. “La condición del
corazón de la persona es clave en su conversión. Como la semilla que cae en
caminos duros no puede echar raíces y crecer, sino que es comida de las aves,
de igual manera la palabra del reino sembrada en el oyente que no quiere
comprender verdades espirituales no penetra su corazón y se aprovecha Satanás
para quitarla de la mente de dicho oyente. Él tiene su corazón endurecido por
la mundanería y el materialismo, y la palabra de Cristo no halla cabida en él
(Jn. 8:37)” (B. H. Reeves). Si bien Satanás motiva y facilita el
endurecimiento del corazón, cada cual es responsable por lo que sucede en su
corazón (cf. Mar. 8:17,18; Mat. 13:15; Sant. 1:21). Muchas personas han endurecido su corazón al
evangelio por varias razones. Por ejemplo, aman más las tinieblas que la luz
(Jn. 3:19,20), aman la alabanza de los hombres más que a Dios (Jn. 12:42,43), aman
este mundo (2 Tim. 4:10), aman los deleites más que a Dios (2 Tim. 3:4), son
amadores de sí mismos (2 Tim. 3:2), aborrecen a Dios (Rom. 1:30). Satanás se aprovecha fácilmente de estas
personas para cegarlas a través de doctrinas atractivas tales como el
materialismo, el pluralismo, el hedonismo, el posmodernismo, etc. En fin, “los de junto al camino” son una
mayoría que no tiene interés en el misterio del reino de Dios. “El que tiene
oídos para oír, oiga” (Mat. 13:9).