Gracia, fe y obras


 
Por Josué I. Hernández

 
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:8-10).
 

Dedicaremos este artículo a tres palabras, “gracia, fe y obras”. Queremos entender el esquema de la redención, y evitar el ser confundidos por frases tales como, “salvación solamente por la fe”, “la gracia excluye la ley” o “la gracia y la fe excluyen las obras”.
 
El argumento del apóstol Pablo:
  • Dios nos amó (Ef. 2:4).
  • Dios nos confirió vida juntamente con Cristo (Ef. 2:5).
  • Dios nos resucitó juntamente con Cristo para sentarnos en los lugares celestiales con él (Ef. 2:6).
  • Dios exhibe de esta manera las abundantes riquezas de su gracia en Cristo (Ef. 2:7).
 
Entonces, Pablo dijo, “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos” (Ef. 2:8-10, JER).
 
Somos salvos por gracia
 
La gracia (gr. “caris”) es la actitud favorable y el favor inmerecido de Dios para salvar al pecador que no lo merece. Nada en el pecador merece la salvación. Sin embargo, Dios es misericordioso, lleno de amor y bondad, por lo tanto, él tenía que hacer algo, y envió a su santo Hijo, Jesucristo, para salvarnos.
 
La palabra “salvo” (gr. “sozo”) es un verbo pasivo, según los académicos en el griego. Este verbo enfatiza lo que se nos ha hecho. Es decir, no nos salvamos a nosotros mismos por obras de mérito (Ef. 2:9), Dios nos ha salvado. En el contexto de Efesios 2 podemos entender lo que esto implica. Antes de que Dios nos salvara, estábamos muertos, completamente separados de Dios (Ef. 2:1), bajo el poder del diablo (Ef. 2:2) y condenados como pecadores. Pero, Dios por su gracia nos trajo a la vida, de la condenación a la salvación.
 
Al llegar a este punto no debemos confundirnos. Es importantísimo reconocer que la Biblia nunca afirma que alguno será salvo por la gracia sola.
 
Somos salvos por medio de la fe
 
La salvación que Dios nos ha conferido en su gracia es posible a través de nuestra fe (gr. “pistis”). Es decir, debemos tener fe para recibir la oferta de la salvación por gracia. Dios espera que creamos y obedezcamos a su palabra, la cual produce fe (cf. Rom. 10:17); esta fe es realizada o perfeccionada por las obras de obediencia que Dios requiere (cf. Sant. 2:22,24,26). Estas obras de obediencia son pisadas de fe (Rom. 4:12). La fe actúa (Gal. 5:6). En otras palabras, la salvación por gracia está condicionada a la obediencia de fe (cf. Rom. 1:5; 15:18; 16:26).
 
Dios extiende su gracia a los que obedecen de corazón (Rom. 6:15-18). La fe obediente no cancela la gracia. Jesucristo es “autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:9). Es un hecho bíblico bien establecido que la fe obediente permite la gracia inicial (cf. Hech. 2:37,38,40,41) y la gracia continua (1 Jn. 1:7,9). Por lo tanto, debido a que la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo son obras de fe (cf. Jn. 6:28,29), sin ser obras de mérito que resulten en jactancia (cf. Luc. 17:10), la obediencia de fe es requerida por Dios para que los pecadores sean salvos por gracia. En fin, nadie será salvo “solamente por la fe” (Sant. 2:24).
 
Somos salvos para las obras de Dios
 
Pablo especificó que la iglesia es hechura de Dios. La palabra griega “hechura” es “poiema”, palabra de la cual, por transliteración, tenemos “poema”. Es decir, los cristianos son la obra maestra de Dios, una obra de arte de Dios. Pero, funcionamos como tales cuando hacemos las buenas obras requeridas para las cuales hemos sido hechos salvos. Dicho de otro modo, Dios nos ha salvado para servir, “para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16).
 
El mundo debe ver a los cristianos:
  • Ricos en buenas obras (1 Tim. 6:18).
  • Preparados para toda buena obra (2 Tim. 3:17).
  • Ejemplos de buenas obras (Tito 2:7).
  • Adornados con buenas obras (1 Tim. 2:9,10).
  • Celosos de buenas obras (Tito 2:14).
  • Ocupados en buenas obras (Tito 3:8,14).
  • Fomentando las buenas obras (Heb. 10:24).
 
La Biblia nos enseña que nuestras buenas obras no están limitadas al edificio de la iglesia. Las buenas obras están presentes en todo lo que los santos de Dios hablan y hacen. El apóstol Pedro escribió, “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras” (1 Ped. 2:12).
 
Conclusión
 
La maravillosa gracia de Dios es conferida mediante la fe. En otras palabras, la salvación por gracia está condicionada a la obediencia de fe. Dios ha unido inseparablemente la gracia, la fe y las obras para nuestra salvación.
 
Todo sistema de creencias que predica “salvación por fe solamente” o por “gracia sola” es un conjunto de creencias errado y debe ser abandonado.