La manera de ser salvo

 


Por Josué I. Hernández

 
Hemos oído en más de una oportunidad a eminentes predicadores proclamando un mensaje como el siguiente: “Acepte a Jesucristo como su Salvador personal, invítelo a su corazón, y será salvo”. Otros proclaman una variante como la siguiente: “Acepte al Señor Jesús como su Salvador personal, y en ese momento él le perdonará sus pecados y será salvo”. Sin duda alguna, el mensaje suena bien, es agradable al oído, tocando los anhelos más profundos con una instrucción que promete mucho. Sin embargo, ¿es esto lo que dice la Biblia?
 
A pesar de que hemos oído esta enseñanza toda la vida, y a pesar de la sinceridad y buenas intenciones de quienes la creen cierta, no podemos aceptarla sin que sea bíblica. Por lo tanto, debemos ir a la Biblia y estudiar los casos bíblicos de conversión registrados en el libro Hechos, para aprender qué es lo que hicieron los pecadores del mundo para ser salvos.
 
Podrá resultar sorpresivo aprender que ni una sola conversión sucedió por “aceptar a Jesucristo como Salvador personal”. Es más, la frase misma - “acepta a Jesucristo como tu Salvador personal y serás salvo” - no aparece en ningún lugar del Nuevo Testamento.  
 
Al hacer una lista de los que fueron salvos, y la manera en que lo fueron, obtenemos lo siguiente:
  • Los del día de Pentecostés (Hech. 2:14-41). Oyeron el evangelio, creyeron, se arrepintieron y fueron bautizados.
  • Los samaritanos (Hech. 8:5-13). Oyeron el evangelio, creyeron y fueron bautizados.
  • El etíope (Hech. 8:26-39). Oyó el evangelio, creyó y fue bautizado.
  • Cornelio (Hech. 10:34-48; 11:14). Oyó el evangelio, creyó y fue bautizado.
  • Lidia (Hech. 16:13-15). Oyó el evangelio, creyó y fue bautizada.
  • El carcelero (Hech. 16:30-34). Oyó el evangelio, creyó, se arrepintió, y fue bautizado.
  • Los corintios (Hech. 18:8). Oyeron, creyeron y fueron bautizados.
  • Saulo (Hech. 9:6,11,17,18; 22:16). Oyó el evangelio, creyó, se arrepintió y fue bautizado.

Al tomar el tiempo necesario para estudiar los casos de conversión en el libro Hechos, nos damos cuenta de que ninguno fue salvo por simplemente “creer y aceptar a Jesucristo como su Salvador personal”, es más, ninguno fue instruido para hacer algo semejante. Por el contrario, lo que hicieron fue oír el evangelio, creer en Jesucristo, arrepentirse, confesar a Jesucristo como Señor, y ser bautizados en agua.
 
En lugar de “aceptar a Jesucristo”, la salvación se trata de que Jesucristo nos acepte a nosotros. La única manera de ser aceptados, es decir, de serle agradables, es por unirnos a Cristo y revestirnos de él, lo cual sucede en el bautismo que él mandó (Gal. 3:26,27; cf. Mat. 28:19,20; Mar. 16:15,16).
 
No hay vida nueva sin resucitar (cf. Jn. 5:25; Ef. 2:1,5). La resurrección ocurre al salir de las aguas de la tumba bautismal (Rom. 6:3,4; cf. Col. 2:12). Si alguno obtuviese la vida antes de ser bautizado con Cristo, ¿no sería sepultado con vida al ser bautizado? ¿Se sepulta a los vivos o a los muertos?