Esta pregunta implica que un “muerto en pecado” (una “condición”
espiritual) no podría zambullir en agua (un “acto físico”) a otro “muerto en
pecado” (una “condición” espiritual). Pero ¿está especificado en el plan de
salvación de Cristo la “condición espiritual” del bautizador? La Biblia revela lo que Cristo mandó (cf. Mat. 28:19,20; Mar. 16:15,16;
Luc. 24:47), y los ejemplos de conversión en el libro Hechos ilustran cómo
obedecieron al evangelio los que llegaron a ser cristianos (cf. Hech. 2:41,47).
Es decir, los ejemplos de conversión en el libro Hechos, ilustran como obedecer
a los mandamientos expresados por Jesucristo, quien tiene toda potestad (Mat.
28:18; cf. Hech. 2:36; 4:12; Ef. 1:21-23). No obstante, si una determinada condición espiritual del bautizador es
requerida, tendríamos un “sexto requisito en el plan de salvación” para que
Dios perdone al creyente arrepentido que procura ser sepultado con Cristo en el
bautismo y así resucitar con él (Col. 2:12; cf. Rom. 6:1-5). ¿(1°) Oír, (2°) creer, (3°) arrepentirse, (4°) confesar a Cristo, (5°) ser
bautizado (6°) por un cristiano conservador que anda en la luz al momento de
sumergir? He aquí un “tipo” de bautizador que se está exigiendo, en una “condición”
específica; condición que involucra carácter (pensamientos, intenciones, palabra
y conducta). Entonces, el que sumerge en agua ¿debe ser un cristiano fiel que
no tenga algo de lo cual arrepentirse al momento de sumergir al pecador del
mundo, para que Dios extienda su gracia y perdone? Un problema surge inmediatamente. El Señor Jesucristo no especificó tal
cosa (Mar. 16:16). Tampoco lo hacían sus apóstoles (cf. 1 Cor. 1:17). Además de
lo anterior, se levanta la inseguridad y la confusión para todos, pues debemos
comenzar a examinar si quien nos bautizó a nosotros realmente andaba en luz del
Señor al momento de sumergirnos, y el que le bautizó a él, y así con la cadena
de bautizadores, porque si uno de los bautizadores debía arrepentirse y
confesar pecado (Hech. 8:22; 1 Jn. 1:9) al momento de sumergir al otro, pero no
lo hizo, el bautizado no llegó a ser un hijo de Dios porque el “sexto requisito”
no existía al momento del bautismo. Sin embargo, el “sexto requisito”, es
decir, un oficial bautizador que canaliza la gracia, no existe en el plan de
salvación. La pregunta “¿puede un muerto enterrar a otro muerto?”, trae a nuestra
mente otras preguntas similares, por ejemplo: El calvinista pregunta, “¿puede el trigo volverse cizaña (Mat. 13:24,25,38)?
¿pierde un billete su sello (Ef. 1:13)? ¿se puede transformar en lobo una oveja
(Hech. 20:29)? El aniquilacionista pregunta, “¿puede la cizaña quemarse eternamente sin
consumirse (Mat. 13:42)? Estas y otras preguntas similares no respetan el contexto en el cual
determinada figura de lenguaje fue utilizada. Pero, en lugar de interpretar los
pasajes más claros a través de las figuras de lenguaje, debemos interpretar las
figuras de lenguaje en su contexto a través de los pasajes más claros. Es injusto condenar al que ha llegado a ser bautizado en Cristo (obediente
al evangelio) por la culpa (condición espiritual) de aquel que le bautizó.