Engendrados de Dios

 


Por Josué I. Hernández


“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn. 1:11-13).

 
No son pocos los estudiantes de la Biblia que afirman que en este pasaje el apóstol Juan enseña la salvación por “la fe sola”, y que la fe, en sí misma, sería suficiente para que el creyente sea hecho un hijo de Dios y salvo en Cristo.   
 
Para eludir la interpretación y aplicaciones de una salvación por fe sola, algunos estudiantes de la Biblia indican que la conversión en hijos de Dios sucede en el futuro, mientras que la potestad de ser hijos, el ser engendrados, se recibe en el presente. Dicho de otra manera, afirman que Juan estaría enseñando que los creyentes reciben potestad de llegar a ser hijos, pero sin serlo todavía porque solamente serían “engendrados que no han obedecido al evangelio”. En fin, esta segunda interpretación hace una diferencia artificial entre “engendrado de Dios” e “hijo de Dios”, debido a lo cual, los creyentes serían, de alguna manera, “hermanos en proceso”, porque están engendrados, pero aún no han nacido.
 
¿Qué enseña Juan 1:11-13?
 
Sabemos que la Biblia no se contradice, la verdad, de por sí, es armoniosa (Jn. 8:31,32; 17:17; Ef. 1:13), por lo tanto, la interpretación correcta de nuestro pasaje tendría que estar en plena armonía con los casos bíblicos de conversión registrados en el libro de los Hechos (Hech. 2:38,41,47; 8:12; 8:37-40; 9:18-19 y 22:16; 10:48; 16:13-15; 16:31-34; 18:8).
 
Debido a que no hay salvación para los desobedientes (cf. Heb. 5:9) Dios quiere que todos obedezcan al evangelio (cf. Rom. 10:16; 1 Ped. 4:17; 2 Tes. 1:8,9).
 
El apóstol Juan, inspirado por el Espíritu Santo, claramente afirma respecto a Cristo que “los que le recibieron” son los mismos “que creen en su nombre” (Jn. 1:12), porque “creer” es “recibir”. En consecuencia, estos creyentes, reciben la “potestad de ser hechos hijos de Dios”, es decir, estos creyentes son “engendrados de Dios” por el nuevo nacimiento (Jn. 3:3-5) al recibir a aquel que fue levantado en crucifixión (Jn. 3:14-16).  
 
Detengámonos a pensar en lo siguiente. Juan no dice que estos creyentes “recibirán (futuro) potestad”, porque Juan no está hablando de creyentes con fe sola. El apóstol Juan define la clase de fe de estos creyentes salvos. Esta “fe” (creencia, confianza, lealtad) en el nombre de Cristo es una “recepción”, una aceptación, un apego (“recibieron”), en lugar de rechazar Cristo (Jn. 1:10,11).
 
La palabra “fe”
 
Es importante reconocer que la palabra “fe” se emplea en dos sentidos en el Nuevo Testamento. A veces leemos de fe, en sentido comprensivo, y a veces leemos de fe, en sentido específico.
 
En sentido comprensivo, indicando todo cuanto la fe requiera. Por ejemplo: Rom. 5:1, “justificados por la fe”. Esto quiere decir que la persona es justificada cuando obedece de corazón lo que el evangelio le manda hacer:
  • “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Rom. 6:17,18).
  • “para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre” (Rom. 1:5).
  • “para la obediencia de los gentiles” (Rom. 15:18).
  • “para que obedezcan a la fe” (Rom. 16:26).  
 
En sentido específico, significa un reconocimiento de la verdad, la aceptación mental de la veracidad de Dios revelada en su palabra. Un ejemplo de esto se encuentra en Jn. 12:42, donde leemos de creyentes no salvos, pero que entendieron y aceptaron determinados hechos como verdad (cf. “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”, Sant. 2:19).  
 
Juan escribe acerca de los “que le recibieron”, los “que creen en su nombre”, quienes son los mismos que reciben la “potestad de ser hijos de Dios” pues son “engendrados de Dios”, los obedientes al evangelio de Cristo. Es así como Pablo dijo, “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gal. 3:26,27).
 
Juan 1:11-13 no habla de inconversos ya “engendrados” – no hay en las Escrituras inconversos ya engendrados -- que en algún día futuro serán “hijos de Dios”. Juan no hace diferencia entre “engendrado de Dios” e “hijo de Dios”. Juan está hablando de creyentes obedientes al evangelio que han RECIBIDO a Cristo CREYENDO en su NOMBRE.
 
Conclusión
 
La fe de Juan 1:11-13 es “fe” en el “sentido comprensivo”, como en Juan 3:16 (“para que todo aquél que en él cree no se pierda”). Esta “fe” es la que recibe (obedece) a Cristo.
 
No hay en el Nuevo Testamento la idea de un previo “engendramiento” y un posterior “alumbramiento” para el nuevo nacimiento. Juan 1:11-13 no trata de una previa fecundación que será completada en algún supuesto alumbramiento de Juan 3:3-5.
 
El hecho de que Juan 1:13 diga “engendrados” (Reina-Valera), y luego leamos que Juan 3:3,5 dice “naciere” (Reina-Valera), no debe tomarse como la descripción de un proceso de fecundación y alumbramiento. Hay otras buenas versiones que traducen un nacimiento en ambos pasajes, conformándose al texto griego.
 
Lucas nos informa que “recibir” es “obedecer” por fe: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hech. 2:41), esta es “la fe que obra por el amor” (Gal. 5:6), porque “la fe sin obras está muerta” (Sant. 2:26).