Adorad a Jehová

 
Salmo 100




Por Josué I. Hernández

 
Nuestra comprensión de Dios afecta nuestra actitud hacia él. Por ello, procuramos conocerle más y más en la revelación escrita que él nos ha dejado de su carácter. Los atributos de Dios lo hacen digno de nuestra adoración. Por ello, le adoramos sabiendo quién es él, y cómo es él, entendiendo cuán digno es de toda alabanza y loor.
 
Una invitación, una amonestación, y una exhortación
 
Al comenzar la lectura del salmo 100 nos encontramos con una invitación a la adoración: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” (Sal. 100:1,2). Todos son invitados, “naciones todas” y “pueblos todos” (Sal. 117).
 
“La idea es que la alabanza no pertenece a una sola nación; que no es apropiado que un solo pueblo alabe; que no debe limitarse al pueblo hebreo, sino que hay lugar para que todos alaben, que hay algo que, en todas las naciones, con todos sus idiomas y bajo toda clase de condición deben unirse. El fundamento es el hecho de que todas ellas tienen un solo Creador” (A. Barnes). La reunión de todas las naciones como un solo pueblo sería posible por Cristo (cf. Ef. 2:11-22).
 
Continuando con nuestra lectura, nos encontramos con una amonestación a comprender: “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” (Sal. 100:3; cf. Hech. 17:24,25).
 
Debemos reconocer que Jehová es Dios. Que es nuestro creador, y que es nuestro dueño. Por lo tanto, nadie debe usurpar su lugar (cf. “No tendrás dioses ajenos delante de mí…”, Ex. 20:3; Mat. 4:10).
 
Luego, nos encontramos con una exhortación a la gratitud: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre” (Sal. 100:4). Sin gratitud la adoración es inaceptable (cf. Heb. 12:28; Rom. 1:21).
 
Tres razones por las cuales Dios es digno de ser adorado
 
“Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” (Sal. 100:5).
 
BONDAD (heb. “tôb”), “El adjetivo denota «bueno» en todo el sentido de la palabra” (Vine). “…él es benigno para con los ingratos y malos” (Luc. 6:35). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Sant. 1:17). “Dios es la fuente y el perfecto ejemplo de bondad” (MacArthur).
 
MISERICORDIA (heb. “jesed”), “El vocablo tiene que ver sobre todo con los derechos y las responsabilidades recíprocas entre las partes de una relación… La parte más débil busca la protección y bendición de su patrocinador o protector, pero no puede exigir derechos absolutos. La parte más fuerte permanece comprometida con cumplir su palabra, pero mantiene su libertad, sobre todo en relación de cómo llevará a cabo sus promesas. Jesed indica involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los límites de la ley” (Vine). La manifestación externa de la compasión, como en el caso de Bartimeo (cf. Mar. 10:47,51), misericordia tan grande como para salvarnos (cf. Tito 3:3-5; 1 Tim. 1:13).
 
FIDELIDAD (heb. “'emûnah”), “Muy a menudo este término significa «veracidad», como cuando se contrasta con jurar falsamente, mentir, etc… Estas citas ilustran las dos formas en que 'emûnah significa «verdad»: en el sentido personal que califica a un sujeto como honesto, digno de confianza, fiel y veraz (Prov. 12:22); y en el sentido objetivo que califica a un sujeto como veraz en sus hechos (cf. Prov. 12:27), en contraposición a la falsedad” (Vine). “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deut. 7:9). “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Cor. 1:9). “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor. 10:13).
 
Conclusión
 
Para adorar aceptablemente al Señor, debemos hacerlo en santidad, “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Sal. 96:9).
 
¿Es usted un santo de Dios? ¿Quiere serlo?