Tatuajes

 


Por Josué I. Hernández

 
TATUAJE “Del inglés tattoo, que a su vez proviene del término polinesio tatau, que significa marcar o golpear dos veces, en referencia al método tradicional de aplicar los diseños…” (GDEB, A. Ropero).

 
En los años 60 del siglo pasado, con el movimiento hippie, algunos varones comenzaron a llevar el cabello largo para demostrar que eran “libres” y que eran “diferentes”. Es más, ellos se presentaban como los “mejores” o “superiores”, mientras lideraban un movimiento contracultural, y dictaban lo que sería la moda. Sin duda alguna, había orgullo en llamar la atención a sí mismos, y no pocos siguieron sus disoluciones. Sin embargo, en lugar de ser libres eran esclavos del pecado (Rom. 6:16,20), esclavos “conformados” al mundo (Rom. 12:1,2).
 
De la misma manera, cuando alguno se hace un tatuaje para experimentar alguna sensación de libertad, proclamando algún tipo de liberación, simplemente está haciendo lo que el mundo quiere que haga, conformándose a él. Por esto, algunas mujeres de Corinto fueron amonestadas por quitarse el velo cuando profetizaban. Estaban tratando de sobresalir de entre las demás e ir en contra de las costumbres sociales conservadoras (1 Cor. 11:14,15).
 
Pretender sobresalir usando el cuerpo ha sido una práctica entre los pueblos apartados de Dios. Usted no puede leer del pueblo de Dios, en el Antiguo Testamento o en el Nuevo Testamento, haciéndose tatuajes, marcas o cortes. Los que se sajaban hasta sangrar fueron los sacerdotes de Baal (1 Rey. 18:28; cf. Lev. 19:28).
 
El pueblo de Dios se hizo algunas alteraciones en sus cuerpos, tales como, la circuncisión (Gen. 17:11) y las perforaciones en las orejas y la nariz (Ex. 32:2,3; 16:12), y se afeitaron la cabeza o la barba para expresar la tristeza o para cumplir un voto (Lev. 14:9; Num. 6:9). Pero, todo esto fue divinamente regulado y debió ser practicado en sobriedad y piedad.
 
Hay un punto crucial que no debemos dejar pasar. El cuerpo comunica tanto como lo hace la ropa que usamos. Hay información que transmitimos en como nos vestimos y nos movemos. Por lo tanto, es apropiado preguntar ¿qué información transmite un tatuaje en la pierna, el brazo, el cuello o la cara? ¿Es un mensaje de piedad y temor de Dios? ¿Es algo que Jesús haría (1 Cor. 11:1; Ef. 4:20,21; 1 Ped. 2:21)? ¿Es para la gloria de Dios (1 Cor. 6:20)? ¿Adorna la doctrina (cf. Tito 2:10)? ¿Es una buena obra (Mat. 5:16)?
 
Debemos ser buenos administradores de nuestros cuerpos, los cuales nos han sido prestados por Dios para un propósito espiritual (cf. 1 Cor. 6:19,20). Recordemos la Escritura: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:15-17).