“Mas también si
alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados
sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis”
(1 Ped. 3:14).
Por Josué I. Hernández
Los santos del Señor viven con la
seguridad de que Dios está totalmente consciente e informado de su condición.
Si bien Dios ve, oye y conoce todas las cosas (Prov. 15:3); en un sentido
especial, sus ojos “están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus
oraciones” (1 Ped. 3:12). Podemos asumir, por lo tanto, que los justos son
el enfoque de la atención de Dios (“No te desampararé, ni te dejaré”, Heb.
13:5). Sin duda alguna, hacer el bien
previene mucho sufrimiento (cf. Prov. 4:19). Debido a esto, Pedro pregunta, “¿Y
quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno?” (1 Ped.
3:13, LBLA). Sin embargo, en ocasiones, hacer el bien traerá el sufrimiento de
parte de los impíos opositores, “Mas aun cuando padeciereis por causa de la
justicia, bienaventurados seréis. No os amedrentéis a causa del temor que ellos
inspiran, ni seáis turbados” (1 Ped. 3:14, VM). Sufrir “por causa de la
justicia” (cf. 1 Ped. 3:14), no es una maldición, ni un castigo. Cuando
llega a suceder esto, “bienaventurados sois” (1 Ped. 3:14). Tal como lo
dijo Jesucristo, “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de
la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mat. 5:10). El apóstol Pedro afirma que “mejor
es que padezcáis haciendo el bien… que haciendo el mal” (1 Ped. 3:17). El
impío recibe una medida por sus pecados (cf. Gal. 6:7). El santo que sufre por
hacer el bien, no lo merece, sin embargo, a veces “la voluntad de Dios” lo
requiere (1 Ped. 3:17). Los santos de Dios un día serán
vindicados. Los perseguidores del pueblo de Dios un día se avergonzarán (1 Ped.
3:16). No obstante, los cristianos procurarán en la más dura prueba mantener una
“buena conciencia” (1 Ped. 3:16) esperando en el Señor por “ver días
buenos” (1 Ped. 3:10).