Cantando


 
Por Josué I. Hernández

 
El Nuevo Testamento de Jesucristo nos enseña que el canto es parte de la adoración. Repasemos conceptos básicos.
 
En primer lugar, aprendemos que Dios requiere de los cristianos el cantar, no el tocar. Jesús cantó, sus apóstoles cantaron (cf. Mat. 26:30; Hech. 16:25), y los primeros cristianos aprendieron que debían cantar (cf. Ef. 5:19; Col. 3:16; 1 Cor. 14:15,26; Sant. 5:13). La música instrumental fue prominente en el sistema de adoración levítico, pero está notoriamente ausente en el Nuevo Testamento.
 
En segundo lugar, aprendemos que al cantar no debemos procurar entretenernos, o divertirnos. La diversión es opuesta a la adoración. La entretención es para el hombre, pero la adoración es para Dios. Al cantar debemos alabar a Dios (cf. Hech. 16:25; Rom. 15:9), instruirnos y exhortarnos mutuamente (Col. 3:16), dar gracias (Ef. 5:18-20) y expresar nuestra alegría (Sant. 5:13). La palabra de Cristo no autoriza la existencia de un coro, con los cantantes designados, a los cuales el resto de la asamblea oye mientras expresan su talento musical. La instrucción “unos a otros” respecto al canto, está dirigida a todos los cristianos, por lo tanto, al cantar todos deben participar activamente.
 
En tercer lugar, el cantar al Señor (Col. 3:16) exige humildad y reverencia, lo cual es característico de toda acción formal de adoración. El uso del “corazón” al cantar (Ef. 5:19) enfatiza al instrumento para toda adoración aceptable, donde hay concentración, y la mente está sintonizada con el contenido de la canción. Es importante que se entienda lo que se canta (cf. 1 Cor. 14:15).
 
Por último, reconocemos que el Nuevo Testamento dice “con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando” (Ef. 5:19; Col. 3:16). Puede resultarnos difícil diferenciar con precisión estos tres términos, pero claramente entendemos el enfoque espiritual que indica esta categoría. Por lo tanto, los villancicos, el “feliz cumpleaños”, canciones por el día de la madre, etc., no pertenecen a la adoración, y no deben involucrarse en el culto de la iglesia.