¿Alguna vez has quedado defraudado por una promesa incumplida? ¿Alguna vez
has hecho una promesa que no lograste, o no quisiste, cumplir? Las promesas de
las personas a veces son poco confiables, pero las promesas de Dios son seguras.
Dios no miente (Tito 1:2). Considere cuatro promesas de Jesús. El reino vendría en su generación. Jesucristo dijo, “De cierto os digo
que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que
hayan visto el reino de Dios venido con poder” (Mar. 9:1). Antes, Jesús
había dicho que el establecimiento del reino era inminente, “El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Diose se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio” (Mar. 1:15). ¿Cree usted en aquellos que afirman el
establecimiento futuro del reino de Cristo? No son pocos los que afirman que
Jesús pospuso los planes respecto a su reino, es decir, que Jesús no cumplió su
promesa al respecto. El Espíritu Santo guiaría a los apóstoles a toda
la verdad. Cristo dijo, “Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13). Jesucristo también había
dicho que el Espíritu, a quien él enviaría (Jn. 15:26) les ayudaría a recordar
lo que él les había enseñado personalmente (Jn. 14:26). Si Jesús cumplió su
promesa, debemos concluir dos cosas:
Podemos
conocer toda la verdad estudiando los escritos que nos dejaron los apóstoles
(Ef. 3:3-5).
Toda
revelación posterior a la era apostólica es un fraude.
Los fieles discípulos de Cristo serán
recompensados. Cristo
dijo, “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya
dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más
ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con
persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna” (Mar. 10:29,30). Seguir a Jesús requiere hacer sacrificios, a veces, sacrificios
importantes, como romper los lazos familiares. Además, cualquier sacrificio que
hagamos queda más que recompensado, no siempre directa o materialmente, pero en
Cristo llegamos a ser parte de una familia mucho más grande y con recursos
suficientes. Luego, seguir a Cristo también trae persecución (cf. Mat. 5:11,12),
sin embargo, el resultado final será la vida eterna. Algunos serán salvos, otros serán condenados. Cristo dijo, “El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mar. 16:16).
El evangelio es la buena nueva de salvación en Jesús, quien murió por nosotros.
La salvación es segura para aquellos que cumplen las condiciones de Dios. Primeramente,
la fe en Jesucristo, expresada en el bautismo en él (cf. Hech. 8:37; Gal.
3:26,27), y luego, la fidelidad a él (Heb. 5:9). Pero, hay algo más que no debemos
olvidar, la condenación es igualmente segura para aquellos que rechazan el
evangelio (cf. Rom. 10:16; 2 Tes. 1:8,9. Es decir, la promesa involucra una
advertencia. Las promesas de Jesús son seguras, él es fiel. ¿Confías en que Jesús
cumplirá su palabra? ¿Estas actuando en consecuencia?