Promesas de Jesús

 


Por Josué I. Hernández

 
¿Alguna vez has quedado defraudado por una promesa incumplida? ¿Alguna vez has hecho una promesa que no lograste, o no quisiste, cumplir? Las promesas de las personas a veces son poco confiables, pero las promesas de Dios son seguras. Dios no miente (Tito 1:2). Considere cuatro promesas de Jesús.
 
El reino vendría en su generación. Jesucristo dijo, “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder” (Mar. 9:1). Antes, Jesús había dicho que el establecimiento del reino era inminente, “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Diose se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mar. 1:15). ¿Cree usted en aquellos que afirman el establecimiento futuro del reino de Cristo? No son pocos los que afirman que Jesús pospuso los planes respecto a su reino, es decir, que Jesús no cumplió su promesa al respecto.
 
El Espíritu Santo guiaría a los apóstoles a toda la verdad. Cristo dijo, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13). Jesucristo también había dicho que el Espíritu, a quien él enviaría (Jn. 15:26) les ayudaría a recordar lo que él les había enseñado personalmente (Jn. 14:26). Si Jesús cumplió su promesa, debemos concluir dos cosas:
  • Podemos conocer toda la verdad estudiando los escritos que nos dejaron los apóstoles (Ef. 3:3-5).
  • Toda revelación posterior a la era apostólica es un fraude.
 
Los fieles discípulos de Cristo serán recompensados. Cristo dijo, “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna” (Mar. 10:29,30).
 
Seguir a Jesús requiere hacer sacrificios, a veces, sacrificios importantes, como romper los lazos familiares. Además, cualquier sacrificio que hagamos queda más que recompensado, no siempre directa o materialmente, pero en Cristo llegamos a ser parte de una familia mucho más grande y con recursos suficientes. Luego, seguir a Cristo también trae persecución (cf. Mat. 5:11,12), sin embargo, el resultado final será la vida eterna.
 
Algunos serán salvos, otros serán condenados. Cristo dijo, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mar. 16:16). El evangelio es la buena nueva de salvación en Jesús, quien murió por nosotros. La salvación es segura para aquellos que cumplen las condiciones de Dios. Primeramente, la fe en Jesucristo, expresada en el bautismo en él (cf. Hech. 8:37; Gal. 3:26,27), y luego, la fidelidad a él (Heb. 5:9). Pero, hay algo más que no debemos olvidar, la condenación es igualmente segura para aquellos que rechazan el evangelio (cf. Rom. 10:16; 2 Tes. 1:8,9. Es decir, la promesa involucra una advertencia.  
 
Las promesas de Jesús son seguras, él es fiel. ¿Confías en que Jesús cumplirá su palabra? ¿Estas actuando en consecuencia?