Ancianos en cada iglesia

 


Por Josué I. Hernández

 
El plan de Dios es que cada iglesia sea pastoreada por ancianos, “Y constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hech. 14:23). Desafortunadamente, muchas iglesias no tienen ancianos ni piensan en tenerlos. ¿Cuál es la razón por la cual iglesias de Cristo no tienen ancianos? ¿Cuál es el problema?
 
Algunas iglesias no quieren ancianos. Se han conformado a la condición presente, y no quieren cambiar, o temen el cambio. Ven en el plan de Dios un riesgo, y no quieren fracasar. Algunas iglesias tienen a su predicador como “el encargado de la obra” o “el líder”, inventando un cargo inexistente en las páginas del Nuevo Testamento. Otras iglesias ya tienen a sus “jefes” quienes no quisieran perder la capacidad de salirse con la suya. Otras iglesias no tienen esperanza en que los ancianos funcionen mejor que la junta de varones.
 
Algunas iglesias no entienden los requisitos. Su incomprensión los ha llevado a descalificar a los hermanos que podrían ser los ancianos. Sencillamente, han elevado los requisitos a un nivel que imposibilita que alguno siquiera anhele el obispado (1 Tim. 3:1). Así como es un error designar a los mejores que haya, también es un error usar las calificaciones especificadas por Dios como una lista que descalifica.
 
Algunas iglesias no tienen hombres dispuestos al obispado. Tienen hombres que calificarían, pero estos varones no quieren ser ancianos porque están demasiado ocupados, o distraídos, en otras cosas. Tienen planes, y el obispado sería un impedimento para ellos. Pastorear el rebaño es un tremendo peso. Para dirigir, proteger y proveer para el rebaño del Señor (Hech. 20:28) se requiere mucha meditación bíblica, oración ferviente, y esfuerzo perseverante. En más de una ocasión pastorear la iglesia del Señor será una tarea emocionalmente agotadora. Los varones que aman los negocios, el entretenimiento, o la tranquilidad personal, más que a las almas, no estarán interesados en ser ancianos.
 
Algunas iglesias no tienen hombres calificados. Esta condición es un estado triste sobre el caminar cristiano de los miembros de tales congregaciones. Ellos mismos reconocen que a pesar del tiempo transcurrido no tienen los varones calificados. ¿Por qué no se desarrollaron los varones al punto de calificar para ser ancianos? ¿Cómo es posible que no puedan encontrar la pluralidad de hombres necesarios luego de tanto tiempo?
 
¿Qué podemos hacer?
 
Los varones deben comenzar a pensar en este trabajo lo antes posible. Los ancianos no surgen de la noche a la mañana. Sus calificaciones requieren el desarrollo del carácter, y un crecimiento en la comprensión de la palabra de Dios, llegando a ser aptos para enseñar (1 Tim. 3:2; cf. Tito 1:9). Así pues, usarán la palabra de Cristo para guiar y alimentar al rebaño (cf. Jn. 10:8,16,27).
 
Piénselo detenidamente, si más hombres pensaran en la obra de pastorear, desde la adolescencia, o tal vez, cuando tienen veinte años, e incluso, cuando ya tienen treinta, más varones estarían listos cuando llegue el momento.
 
Todos debemos ayudar. Cada miembro es responsable:
  • Padres: Pueden preparar a los futuros ancianos y esposas de ancianos (cf. Ef. 6:4).
  • Hijos: Pueden ayudar a su padre para que califique (cf. 1 Tim. 3:4,5).
  • Esposas: Pueden ayudar a que su esposo califique (cf. 1 Tim. 3:4,11).
  • Varones jóvenes: Pueden comenzar a prepararse (cf. 1 Tim. 3:1).
  • La joven soltera: Puede buscar un futuro esposo que califique.
  • Los que podrían calificar: Pueden trabajar para perfeccionar algún requisito, aceptando toda ayuda y consejo (cf. 1 Tim. 3:10).
  • Los que no podrían calificar: Siempre pueden brindar aliento y apoyo.
 
Nadie está excluido (1 Cor. 12:14-27). Cada miembro debe informarse (1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-9). Cada miembro participará de la selección (cf. Hech. 6:3-6).
  • Buscando: “es necesario que el obispo sea…” (1 Tim. 3:2).
  • Sometiendo a prueba: “sean sometidos a prueba primero” (1 Tim. 3:10).
  • Exponiendo su razón ordenadamente (cf. 1 Cor. 14:40; 2 Cor. 8:21).
 
Conclusión
 
“Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hech. 14:23).
 
Hablamos mucho del patrón del Nuevo Testamento, de ser como los cristianos del primer siglo. Hablamos de seguir su ejemplo, pero ¿seguiremos su ejemplo en esto?