Por Josué I. Hernández
La observancia de “elementos sin fuerza ni valor” (Gal. 4:9, JER) a los cuales los gálatas se estaban dedicando, golpeó a Pablo desalentándolo, al punto de que Pablo temió que su trabajo en Galacia resultase en vano. Sencillamente, los gálatas demostraban más fervor por observar las regulaciones religiosas de los judaizantes que por la sincera fidelidad a Cristo (cf. 2 Cor. 11:3). En fin, parecía que Pablo había logrado que los gálatas fuesen libertados de regulaciones y observancias paganas para que fueran esclavizados a observancias y regulaciones de una ley abrogada (cf. Gal. 4:8,9). En otras palabras, los gálatas habían escapado de la esclavitud del paganismo para esclavizarse al ritualismo judaizante.
Pablo dijo que los gálatas eran insensatos fascinados, “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad” (Gal. 3:1). El adjetivo “insensatos” (gr. “anoetos”) “significa carente de sentido, una indigna carencia de entendimiento” (Vine). La palabra “fascinar” (gr. “baskaíno”), tiene la connotación de “hechizar”, la idea aquí es que los gálatas fueron encantados, o engañados, para seguir un evangelio corrupto. En otras palabras, hechizados por los judaizantes, los gálatas estaban obedeciendo un evangelio diferente, y desobedeciendo al evangelio de Cristo (cf. Rom. 10:16; 2 Tes. 1:8; 1 Ped. 4:17).
Al llamar a los gálatas “insensatos”, Pablo no cuestionó ni ridiculizó la inteligencia de ellos. Pablo amaba a los gálatas, y les trató como a “hermanos” (Gal. 1:2; 1:11; 4:12), e incluso, como a “Hijitos” (Gal. 4:19). Los gálatas no carecían de coeficiente intelectual adecuado, sino de discernimiento espiritual para enfocar y obedecer a la verdad. Estaban como los discípulos que iban camino a Emaús, a los que Cristo dijo “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (Luc. 24:25).