Por Josué I. Hernández
“Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los
rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a
preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad
a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el
uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en
culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor
alguno contra los apetitos de la carne” (Col. 2:20-23).