La tierra y la humanidad

 


Por Josué I. Hernández

 
El impacto de la teoría de la evolución orgánica de Charles Darwin ha realizado enormes avances en el pensamiento de algunos que suelen identificarse como cristianos. La presión de los naturalistas es enorme, y la intimidación de los incrédulos motiva a comprometer la verdad para no sufrir la oposición (cf. Fil. 1:27,28).
 
Los académicos evolucionistas son inflexibles anunciando que el tiempo es el gran héroe de la trama evolutiva, porque en el tiempo obró el azar, y el tiempo en cuestión consta de miles de millones de años en los cuales se produjo el proceso evolutivo, y así, todos los seres vivos descienden de un ancestro común.
 
Por el contrario, si se destruye el calendario darwiniano, todo el sistema evolucionista se desmorona. Desafortunadamente, algunas personas no logran comprender esto. Como vemos, el asunto de la edad de la tierra no es algo irrelevante.
 
La cronología evolucionista supone el comienzo del universo hace unos 14 mil millones de años, habiendo nacido la tierra hace unos 4 mil quinientos millones de años, siendo el ser humano un “recién llegado” hace unos 200 mil años. La disparidad de estas cifras es enorme, y la Biblia no se puede armonizar con estos cálculos.
 
El testimonio bíblico
 
El profeta Isaías argumenta enérgicamente que Jehová Dios es todopoderoso, en contraste con los ídolos impotentes (Is. 40:18). Entonces, mientras el profeta reprendía a los judíos involucrados en la idolatría, les dijo: “¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?” (Is. 40:21).
 
La afirmación de Isaías indica que la humanidad se extiende hasta la misma fundación de la tierra. He aquí un ejemplo de cómo la cronología evolutiva compromete la integridad de la Biblia.
 
El apóstol Pablo reprendiendo al mundo pagano por su flagrante idolatría, les acusó de cambiar la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres y animales (Rom. 1:22,23). Este pecado es inexcusable (Rom. 1:20), por lo tanto, Dios los entregó judicialmente (Rom. 1:24,26,28). El fundamento señalado por Pablo es el siguiente: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom. 1:20).
 
El argumento del apóstol Pablo indica tres cosas: 1) La verdad acerca de Dios como creador es “claramente visible”. 2) Esto se percibe “por medio de las cosas hechas”. 3) La humanidad ha sido responsable de llegar a esta conclusión “desde la creación del mundo”.
 
Nuevamente, se nos enseña que la humanidad ha existido desde la creación del mundo. Por lo tanto, entendemos cómo la cronología evolutiva socava la credibilidad de la palabra de Dios.
 
El Señor Jesucristo basó su enseñanza acerca del matrimonio citando los hechos históricos registrados en el Génesis (cf. Mar. 10:2-9; Mat. 19:3-9), y dijo: “mas desde el principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios” (Mar. 10:6, VM).
 
Si la familia humana no se remonta al principio de la creación, el argumento del Señor se fundamentó en una premisa falsa. Como podemos observar, la cronología evolutiva ataca la confiabilidad del santo Hijo de Dios. Si Cristo se equivocó respecto a la historicidad de la humanidad, ¿cómo podemos saber que estuvo en lo correcto cuando enseñó otros temas? Sencillamente, el calendario evolutivo no puede armonizarse con el registro bíblico del origen del universo.
 
Conclusión
 
Los cristianos no pueden aceptar el calendario evolutivo sin comprometer la integridad de la Biblia (2 Tim. 3:16) y la confiabilidad del Señor Jesucristo (Mat. 12:30). Es más, cuando alguno abraza las ideas evolutivas, se ha instalado al otro lado de la trinchera, a favor del padre de mentira (Jn. 8:44).