Mirando en la cena del Señor


 
Por Josué I. Hernández

 
El apóstol Pablo escribió sobre la cena del Señor, “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Cor. 11:26).
 
En la cena del Señor miramos al pasado. Es un memorial de la muerte de Cristo Jesús por nosotros. Su sacrificio es la expiación por nuestros pecados. Es vital que mantengamos nuestro enfoque en él siempre (Heb. 12:2), y durante la cena le enfocamos de manera especial. Durante la cena miramos lo que hizo por nosotros, “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí…. Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Cor. 11:24,25).
 
En la cena del Señor miramos al futuro. Participamos de la mesa del Señor hasta que él vuelva por nosotros, “Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que Él venga” (1 Cor. 11:26). Es vital que nos mantengamos enfocados en la eternidad, “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18). La cena del Señor nos ayuda a mirar así.  
 
En la cena del Señor miramos hacia afuera. Es una proclamación de la muerte del Señor (1 Cor. 11:26). Al participar de ella levantamos un monumento a Jesucristo quien es nuestra gloria (1 Cor. 1:31; 2 Cor. 10:17). Así, pues, durante la cena del Señor proclamamos al mundo que él salva, que su muerte es la razón por la cual Dios puede mostrar misericordia a los pecadores.
 
En la cena del Señor miramos hacia adentro. Miramos a nuestro corazón, no para mirar si somos dignos, nadie lo es, sino para asegurarnos de que estamos comiendo del pan y bebiendo de la copa de la manera adecuada, mientras miramos al pasado, al futuro y hacia afuera (1 Cor. 11:24-29).