Dios es Espíritu (Jn. 4:24), no tiene cuerpo, ni forma física. Por lo
tanto, cuando los escritores de la Biblia le atribuyen características físicas
lo hacen para ayudarnos a comprender su interacción con nosotros, es decir, sus
actividades enfocadas en la humanidad. Los ojos de Dios están sobre los justos, velando por ellos, y sus oídos
están atentos a su clamor (Sal. 34:15). Su boca expresa palabras vivificantes
(Deut. 8:3). Él salva con su poderosa mano (Is. 59:1) y redime con su magnífico
brazo (Ex. 6:6). Incluso, su dedo es poderoso (Ex. 8:19). Dios huele nuestros
sacrificios (Fil. 4:18). Por otro lado, el rostro de Dios está contra los malos (Sal. 34:16), sus
labios están llenos de indignación, y su lengua es fuego consumidor (Is.
30:27). Dios se encarga de que sus enemigos queden por estrado de sus pies
(Sal. 110:1).
Dios está activo en el mundo, ¿qué actividad
realiza con nosotros?