Por Josué I. Hernández
Los rumores y las sospechas no son evidencia
En consideración de lo anterior, debemos hacer una investigación exhaustiva. El apóstol Pablo dijo por el Espíritu Santo, “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro” (1 Tim. 5:22). Repetir acusaciones infundadas no puede justificarse sobre la base de que otros las dijeron primero. Las fuentes y la repetición no transforman en verdadera una acusación.
Escuche al acusado
Conclusión