Perezoso

 


Por Josué I. Hernández

 
El perezoso es una persona habitualmente indolente, negligente. En el libro Proverbios leemos la rotunda denuncia de Dios contra la pereza. Estudiemos lo que dice Dios acerca del perezoso.
 
Primeramente, una descripción, “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama” (Prov. 26:14). Aunque la imagen es cómica a primera vista, es trágica si consideramos su razón y efectos (cf. Prov. 1:2-7). El perezoso puede moverse en su cama, tal vez, buscando mayor comodidad, pero no puede levantarse de ella.
 
En segundo lugar, la profundidad de su problema, “Mete el perezoso su mano en el plato; se cansa de llevarla a su boca” (Prov. 26:15). He aquí una hipérbole que pinta cuán holgazán e indolente es, al punto de ser incapaz de llevar comida a su boca.
 
En tercer lugar, sus excusas, “Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles” (Prov. 22:13). Estas excusas ridículas, por muy descabelladas que parezcan, si dejan al perezoso sin trabajar serán suficientes para él. Sencillamente, no entiende que su pereza es el medio por el cual el león espiritual lo mata (1 Ped. 5:8).
 
En cuarto lugar, su autojustificación, “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar” (Prov. 26:16). La triste realidad es que el perezoso es sabio en su propia opinión. Si no me cree, pregúntele y lo verá. El perezoso sabe cómo vencer al sistema, y su enfoque sencillo es mejor que el trabajo duro.
 
En quinto lugar, el resultado, “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará” (Prov. 20:4). Tarde o temprano, su enfoque de “hacer lo mínimo posible” lo alcanzará (cf. Prov. 6:9-11; Gal. 6:7).
 
Que nos esforcemos en el trabajo conforme a nuestras capacidades y oportunidades, “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio” (Prov. 6:6). En lugar de buscar razones para no trabajar, busquemos cosas buenas en las cuales ocuparnos, “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios” (Ef. 5:15).