Por Josué I. Hernández
“Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se
hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo:
Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mat. 27:24).
“en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef. 1:7).
“Pues mucho más, estando ya justificados en su
sangre, por él seremos salvos de la ira” (Rom. 5:9).
“pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado” (1 Jn.
1:7).