El salmo 10 comienza con una pregunta, “¿Por
qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?”
(RV1960). ¿Es difícil para usted identificarse con el salmista? A veces nos preguntamos por qué Dios no
interviene cuando azota la adversidad. El estudio de este salmo nos
ofrece algunas respuestas prácticas, “Porque las cosas que se escribieron
antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y
la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Rom. 15:4).
El malvado corre hacia el mal (Sal. 10:3-11).
En el libro Eclesiastés leemos, “Por cuanto
no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de
los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (8:11). El salmista contempló
lo mismo. Cuando Dios no responde inmediatamente al pecado muchos creen que viven
un tiempo de absoluta libertad (cf. 2 Ped. 3:4,9), que podrán hacer lo que
quieran sin sufrir las consecuencias (Sal. 10:6,11; cf. Gal. 6:7).
Los afligidos oran (Sal. 10:12-15).
Las víctimas de la opresión buscan la liberación
por Dios. Él es su única esperanza (cf. Sal. 73:25-28). Dios es el amparo del
desvalido y del huérfano (Sal. 10:14; cf. Ex. 22:22; Deut. 10:17,18; Os. 14:3).
Sin embargo, quienes buscan su ayuda tienen que hacer algo más que simplemente
pedirla, o esperarla, deben comprometerse con él (Sal. 10:14). Este compromiso
debe cumplirse en todo momento, sea bueno o sea malo. Aunque el salmista no estaba sufriendo
personalmente, los problemas que observó lo movieron a orar por las víctimas.
Entonces, los afligidos no son solamente los directamente perjudicados, son
también los que simpatizan con las víctimas. Aquellos que lloran con los que
lloran (Rom. 12:15) y sufren con los que sufren (1 Cor. 12:26).
Los justos permanecen firmes (Sal. 10:16-18).
Este salmo concluye con una nota de confianza.
El salmista puede estar dolido, pero no descorazonado. Afligido pero no
desesperanzado. Está firme mientras espera en el Señor. No duda del gobierno de
Dios a pesar de no entenderlo completamente. Y, sobre todas las cosas, el
salmista está firme en su obediencia.