Cuando Dios parece estar lejos

 


Por Josué I. Hernández

 
El salmo 10 comienza con una pregunta, “¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?” (RV1960). ¿Es difícil para usted identificarse con el salmista?
 
A veces nos preguntamos por qué Dios no interviene cuando azota la adversidad. El estudio de este salmo nos ofrece algunas respuestas prácticas, “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Rom. 15:4).
 
El malvado corre hacia el mal (Sal. 10:3-11).
 
En el libro Eclesiastés leemos, “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (8:11). El salmista contempló lo mismo. Cuando Dios no responde inmediatamente al pecado muchos creen que viven un tiempo de absoluta libertad (cf. 2 Ped. 3:4,9), que podrán hacer lo que quieran sin sufrir las consecuencias (Sal. 10:6,11; cf. Gal. 6:7).
 
Los afligidos oran (Sal. 10:12-15).
 
Las víctimas de la opresión buscan la liberación por Dios. Él es su única esperanza (cf. Sal. 73:25-28). Dios es el amparo del desvalido y del huérfano (Sal. 10:14; cf. Ex. 22:22; Deut. 10:17,18; Os. 14:3). Sin embargo, quienes buscan su ayuda tienen que hacer algo más que simplemente pedirla, o esperarla, deben comprometerse con él (Sal. 10:14). Este compromiso debe cumplirse en todo momento, sea bueno o sea malo.
 
Aunque el salmista no estaba sufriendo personalmente, los problemas que observó lo movieron a orar por las víctimas. Entonces, los afligidos no son solamente los directamente perjudicados, son también los que simpatizan con las víctimas. Aquellos que lloran con los que lloran (Rom. 12:15) y sufren con los que sufren (1 Cor. 12:26).
 
Los justos permanecen firmes (Sal. 10:16-18).
 
Este salmo concluye con una nota de confianza. El salmista puede estar dolido, pero no descorazonado. Afligido pero no desesperanzado. Está firme mientras espera en el Señor. No duda del gobierno de Dios a pesar de no entenderlo completamente. Y, sobre todas las cosas, el salmista está firme en su obediencia.