Ten cuidado de ti mismo

 


Por Josué I. Hernández

 
Pablo, ya anciano, escribió a Timoteo, un joven predicador del evangelio, “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Tim. 4:16).
 
Debido al marcado énfasis que el Nuevo Testamento pone en la verdad, no es sorprendente que se le aconsejara a un predicador que tuviese cuidado con lo que predica. De la misma manera, nuestro texto deja claro que la manera en que vive un predicador es igualmente importante.
 
Prestar atención a sí mismo no significa ser el centro de todo. Algunos predicadores parecen muy preocupados por el reconocimiento y la fama. Parecen estar muy preocupados por la popularidad. No obstante, Pablo indicó la necesidad de hacer una aplicación personal de la palabra de Dios, “Vela por ti mismo y por la enseñanza” (JER). Consideremos algunas áreas a las cuales el predicador debe prestar atención.
 
Su pelea. “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Tim. 1:18). El predicador debe luchar por el bien y la verdad, lo cual requiere un esfuerzo constante, evitando actitudes impías como la arrogancia y la vanidad, el favoritismo o la crítica cruel.   
 
Su disciplina. “Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad” (1 Tim. 4:7). Esta disciplina se relaciona con la fuente de su información, pero también se relaciona con sus prioridades, la gestión de su tiempo, su hábito de estudio bíblico y oración, su ímpetu por crecer en la palabra.  
 
Su ejemplo. “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12). El cuidado de Timoteo debía ser constante, para evitar que alguno tuviera razón en menospreciar su juventud.
 
Sus interacciones. “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza” (1 Tim. 5:1,2). La iglesia es una familia donde todos encuentran su lugar. Note cómo Pablo indicó la precaución al tratar con el sexo opuesto.
 
Su justicia. “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos” (1 Tim. 5:19). El fiel predicador solo puede actuar basándose en los hechos, a pesar de los sentimientos y las amistades del pasado.
 
Sus finanzas. “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:10). Este versículo, uno de los más conocidos en el Nuevo Testamento, es una seria advertencia arraigada en las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, las cuales algunos menospreciaban (6:3-9). Luego de advertir a Timoteo sobre el amor al dinero, Pablo agregó, “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (6:11).  
 
Conclusión
 
“Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (1 Tim. 4:16, JER).
 
La salvación de Timoteo dependía de que él prestara mucha atención a su conducta. También es así conmigo. También es así con usted.