Fue bautizado, obedeció al evangelio



Por Josué I. Hernández

 
Cuando hemos recibido la feliz noticia de que hay un nuevo hermano en la familia de Dios, alguno nos ha dicho: “él fue bautizado” (cf. Gal. 3:26,27); y a veces también se dice: “él obedeció al evangelio” (cf. Rom. 10:16). Ambas declaraciones son correctas. 
 
Obedecer al evangelio
 
El Nuevo Testamento enseña sobre la urgencia de obedecer al evangelio. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió, “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Rom. 10:16). Y también escribió que Cristo vendrá en juicio “para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 1:8). Luego, también leemos que el apóstol Pedro preguntó, “¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (1 Ped. 4:17).
 
La gracia de Dios tiene una palabra (Hech. 14:3; 20:32) la cual es el evangelio (Hech. 20:24), y esta palabra debe ser predicada (2 Tim. 4:2) para que suceda la obediencia al evangelio de Jesucristo (cf. 2 Tes. 1:8; Heb. 5:9).  
 
Obedecer el plan de salvación del evangelio
 
Romanos capítulo 10 describe a un porcentaje amplio de judíos que fracasaron en someterse al evangelio de Cristo, “Mas no todos obedecieron al evangelio… Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Rom. 10:16,21). En este caso Pablo se refiere a la rebeldía contra el plan de salvación del evangelio, por el cual el obediente alcanza la justificación (Rom. 1:17; 3:21,22; 10:3). No hay gracia para el desobediente (Rom. 1:5; 15:18; 16:26; cf. 1 Ped. 1:22).  
 
Los hermanos en Roma se habían sometido al plan de salvación del evangelio, es decir, a la forma de justificación contenida en él, “Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados, y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia” (Rom. 6:17,18; JER).
 
Entonces, desobedecer el evangelio incluye la rebeldía contra las demandas más básicas del evangelio, por ejemplo, la fe, el arrepentimiento y el bautismo (cf. Heb. 6:1,2), como la rebeldía contra las otras demandas contenidas en él (cf. Jn. 8:31,32; Ef. 4:15).
 
Obedecer la totalidad del evangelio
 
Pablo no planificaba anunciar solamente el plan de salvación a los cristianos en Roma cuando les dijo, “Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma” (Rom. 1:15). El justo por la fe en el evangelio vivirá (Rom. 1:15-17), así es como “por fe andamos, no por vista” (2 Cor. 5:17). Los “siervos de la justicia” deben perseverar obedeciendo (cf. Rom. 6:18).
 
En 2 Tesalonicenses 1:8, y en 2 Pedro 4:17, los apóstoles indicaron un rechazo más amplio que la sola rebeldía contra la manera de Dios para justificar al pecador. En estos textos se habla de la desobediencia al cuerpo del evangelio en sí, a la verdad que liberta (Jn. 8:31,32) y santifica (Jn. 17:17), es decir, a “la verdad del evangelio” (Gal. 2:5) a “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:27).
 
Conclusión
 
Todos los actos y procesos de obediencia al Señor son “obediencia a su evangelio” (cf. Heb. 5:9; Col. 3:17,23). Por lo tanto, la obediencia a un segmento del evangelio, en este caso, el plan de salvación del evangelio, siempre es “obediencia al evangelio de Cristo”.
 
El Nuevo Testamento enfatiza la necesidad de “obedecer al evangelio”, y todos deben hacerlo, ya sea el pecador del mundo, como el hijo de Dios.
 
La obediencia al evangelio incluye “el bautismo” (1 Ped. 3:21), un acto de obediencia que consuma un proceso que el creyente ha seguido (una parte por el todo), según lo cual se afirma “él fue bautizado en Cristo” (cf. Gal. 3:27).