Por Josué I. Hernández
Alguno podría haber sido bautizado varias veces, en diferentes sectas o confesiones religiosas, pero el bautismo que Cristo mandó no es un bautismo denominacional. Las diferentes denominaciones, con sus dogmas y prácticas particulares, son desconocidas en las sagradas Escrituras, y los ritos bautismales que practican no son reconocidos por Dios.
Todo creyente debe obedecer a Cristo sometiéndose al bautismo que él mandó, “El que crea y sea bautizado será salvo” (Mar. 16:16, LBLA). En otras palabras, alguno podría haber sido bautizado muchas veces, y de diferentes maneras, pero si no ha llegado a ser bautizado “en Cristo” (Gal. 3:26) en aquel “un bautismo” (Ef. 4:5) que Cristo mandó (Mat. 28:19) siempre queda fuera de la salvación (1 Ped. 3:21; cf. Hech. 2:38,41,47).
Solo hay un bautismo que Dios valida para otorgar el perdón de los pecados, y toda alma debe procurar obedecer al evangelio de esta manera para lavar sus pecados en la sangre de Cristo (cf. Apoc. 1:5; Hech. 22:16).
Debido a lo anterior, en el presente artículo indicaremos algunos casos de gente que ha sido bautizada, pero que su bautismo no ha resultado en el perdón de sus pecados (cf. Hech. 2:38,41).
El que no fue sumergido. La palabra bautismo (gr. “baptizo”) debe traducirse y entenderse como “inmersión”, es decir, una sepultura en agua (cf. Col. 2:12). El “rociamiento” de agua no es “inmersión” en agua. El bautismo bíblico tiene la característica de tipificar, o simbolizar, la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesucristo (Rom. 6:3-5). Para que el bautismo sea válido a los ojos de Dios, se necesita mucha agua, agua suficiente para que el creyente descienda al agua y suba de ella (cf. Hech. 8:38,39; Jn. 3:23).
El que fue bautizado cuando era inocente. Los infantes y niños no tienen pecado (cf. Mat. 18:3; 19:14) y no necesitan arrepentirse ni convertirse (cf. Hech. 3:19). ¿Por qué tendrían que bautizarse? El pecado no se hereda (cf. Ez. 18:20), el pecado es un delito que se comete personalmente (cf. 1 Jn. 3:4; Sant. 4:17). El pecado es cometido desde la juventud (Gen. 8:21) no desde la niñez (Deut. 1:39). Para que el bautismo sea válido a los ojos de Dios, el sumergido en agua debe ser un muerto en el pecado que es sepultado para resucitar (cf. Col. 2:12; Ef. 2:1,5).
El que no había creído al evangelio. Solo hay un evangelio que salva (Gal. 1:6,7) a través del cual es conferida la gracia de Dios. Este es el “evangelio de la gracia de Dios”, “la palabra de su gracia” (Hech. 20:24,32). Sin embargo, “un evangelio diferente” (Gal. 1:6) no provee gracia. Satanás ha sido astuto para pervertir el plan de salvación del evangelio, alterándolo para bloquear el camino a la salvación. Las denominaciones sirven a Satanás al publicar reglamentos de perdón que son desconocidos en la Biblia. Por lo tanto, todo aquel que ha creído “otro evangelio” (Gal. 1:8) no cumple el requisito de Cristo quien dijo, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mar. 16:16). Para que el bautismo sea válido a los ojos de Dios, el sumergido debe creer el verdadero evangelio, y creerlo de “todo corazón” (Hech. 8:37).
El que no se había arrepentido. El Señor especificó el arrepentimiento como un elemento imprescindible para el perdón de los pecados (Luc. 24:46,47), y sus apóstoles reiteraban lo mismo (cf. Hech. 3:19; 17:30). Cuando los creyentes preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles, “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hech. 2:37), Pedro les dijo, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hech. 2:38). Para que el bautismo sea válido a los ojos de Dios, el creyente debe estar arrepentido, y así, arrepentido, debe ser sumergido para el perdón de sus pecados.
El que se bautizó por emoción o presión. El bautismo es un acto de fe, de plena certidumbre: “sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Col. 2:12). El creyente debe estar plenamente convencido de que el mismo poder que resucitó a Jesucristo le levantará de la tumba espiritual. No hay resurrección de la muerte espiritual sin “la fe en el poder de Dios”. Para que el bautismo sea válido a los ojos de Dios, el que se bautiza debe ser movido por la fe, no por meras emociones del momento, la presión de los padres, o alguna otra cosa que sustituye la convicción plena.
El que se bautizó para ingresar a una denominación. Cristo dijo, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mar. 16:16), es decir: FE + BAUTISMO = SALVACIÓN. Por el contrario, muchas iglesias de los hombres dicen, “el que creyere será salvo, y que se bautice después”, es decir, FE = SALVACIÓN + BAUTISMO DESPUES. Las denominaciones predican “otro evangelio” (Gal. 1:6-8), por lo tanto, los bautizados por el sistema denominacional se mojaron en una ceremonia que Dios no reconoce, y deben ser bautizados “en Cristo” para ser del “un cuerpo” de Cristo (1 Cor. 12:13) la verdadera iglesia que él estableció (Mat. 16:18; Hech. 2:47).
Conclusión
Hubo creyentes que volvieron a bautizarse porque no habían obedecido al evangelio de Cristo a pesar de su sinceridad y piedad. Ellos habían sido bautizados en un bautismo que no lograba el perdón de sus pecados (Hech. 19:1-5).
Sin duda alguna, en la actualidad hay muchos que necesitan abrir los ojos para salir del engaño en el que están (Hech. 26:18), y es nuestra oración que obedezcan a Jesucristo sometiéndose al verdadero y único bautismo que él mandó. Estimado lector, ¿es usted uno de ellos?