No es difícil encontrar a alguien que afirme: “el
bautismo es un símbolo de la salvación, una señal externa de una gracia interna”.
Para probar esto, usualmente citarán 1 Pedro 3:21. Al comentar este texto, J.
F. MacArthur afirma: “Pedro no se refiere en absoluto al bautismo en agua, sino
a una inmersión simbólica que representa la unión con Cristo como un arca que
protege con seguridad del juicio universal de Dios”.
¿Cómo responderemos a esta doctrina?
En primer lugar, la Biblia enseña claramente
que el bautismo es para el perdón de los pecados (Hech. 2:38) y para lavar los
pecados (Hech. 22:16). Es más, el Nuevo Testamento afirma que el bautismo que
Cristo mandó es para salvación (Mar. 16:16), para ser sus discípulos (Mat.
28:19), para ser unidos a Cristo (Rom. 6:4-6) y quedar revestidos de él como
hijos de Dios (Gal. 3:26,27). En segundo lugar, en cada pasaje del Nuevo
Testamento donde el bautismo y la salvación se mencionan, el bautismo sucede
antes de la salvación (cf. Mar. 16:16; Hech. 2:38,41,47; 1 Ped. 3:21). Por este
motivo, el gozo ocurre después del bautismo, no antes (cf. Hech. 8:37-39; 16:32-34). En tercer lugar, 1 Pedro 3:21 no dice que “el
bautismo salva en sentido figurado”, como algunos afirman; ni dice que “Pedro
no se refiere al bautismo en agua”, como afirma MacArthur. No hay razón por la
cual el bautismo mencionado por Pedro deba ser espiritualizado, a menos que
MacArthur tenga un prejuicio que lo mueve a ello. Pedro, un apóstol de Cristo, enseñó que Noé y
su familia fueron salvados por medio del agua del diluvio. ¿Qué significa eso?
Sencillamente, fueron transportados por el agua desde un mundo de pecado a un
ambiente purificado. Así, pues, la salvación de los hijos de Dios corresponde a
este hecho histórico. La salvación de Noé y su familia es un tipo de la
salvación en Cristo por el bautismo en agua. Por medio del bautismo somos
transportados del estado de culpa (pecado) al estado de redención (salvación). Procurando destruir el poder de
la enseñanza apostólica, Simon J. Kistemaker
afirma, “El bautismo es un símbolo de la limpieza del creyente del pecado, pero
la Escritura no enseña que el agua bautismal salva a la persona”. Si el lector
presta atención cuidadosa verá que el apóstol Pedro dijo, “El bautismo… nos
salva”. Pedro no dijo “agua bautismal”, Pedro habló de aquel un “bautismo” (Ef.
4:5) el cual sucede en agua (cf. Hech. 10:47) y que es para salvación (cf. Mar.
16:16; Hech. 8:36-39). Mientras algunos afirman que el
bautismo es un símbolo de la salvación, o que la palabra bautismo tiene un
significado espiritual, Jesucristo dijo, “El que creyere y fuere bautizado,
será salvo” (Mar. 16:16).