Comprender el propósito del bautismo



Por Josué I. Hernández

 
El bautismo no tiene algún poder misterioso para conferir salvación, el poder viene de Dios quien usa este lavamiento (cf. Tito 3:5) operando en quien confía en su poder (Col. 2:12). Pero, la confianza en el poder de Dios requiere entendimiento, y el entendimiento requiere información. Ninguno podrá confiar en lo que no sabe, ni obedecer más allá de lo que entiende. Es imprescindible, por lo tanto, comprender lo que el evangelio de Cristo enseña sobre el bautismo.   
 
Si no es necesario comprender la naturaleza del “un bautismo” (Ef. 4:5) que Cristo mandó (cf. Mat. 28:19; Mar. 16:16), ¿por qué se explica con tanta claridad su propósito en el Nuevo Testamento? ¿No se nos enseña que el bautismo tipifica la muerte la sepultura y la resurrección de Cristo, y que de esta manera nos unimos a él y alcanzamos vida nueva (Rom. 6:3-5)? ¿No se nos enseña que al bautizarnos en Cristo de él nos revestimos (Gal. 3:27)?
 
Si es esencial entender que Jesús murió “para remisión de los pecados” (Mat. 26:28), ¿por qué no es necesario entender que el bautismo es “para perdón de los pecados” (Hech. 2:38)?
 
Si es esencial entender que Cristo “nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apoc. 1:5), ¿por qué no sería necesario entender que este lavamiento ocurre cuando uno se bautiza (Hech. 22:16)?
 
Conclusión
 
La obediencia implica un correcto entendimiento en el corazón, “Y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mat. 13:15). No podemos obedecer “de corazón” sin entender con el corazón (cf. Rom. 6:17).
 
Felipe preguntó al etíope, “Pero ¿entiendes lo que lees?” (Hech. 8:30), a lo cual el etíope respondió, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hech. 8:31). “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hech. 8:35). Cuando el etíope solicitó ayuda para ser bautizado, entendía el propósito del bautismo (Hech. 8:36-39).