“pues todos sois hijos de Dios por la fe en
Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo
estáis revestidos” (Gal.
3:26,27).
Algunos han dicho que, si bien el bautismo en
agua fue requerido por Dios en el primer siglo, con el tiempo se volvió
obsoleto, y, por lo tanto, no es necesario en la actualidad. Un clérigo anglicano llamado Ethelbert William Bullinger (1837-1913) fue el creador de una doctrina
que se conoce como ultra-dispensacionalismo. Con esta enseñanza Bullinger sostenía
que el mensaje de Pablo era diferente al de los otros apóstoles, que la iglesia
no comenzó hasta Hechos 28 o más tarde, y que el sistema mosaico
antiguotestamentario no fue abrogado sino hasta el final de Hechos. Debido a
esta doctrina, Bullinger y otros como él, han sostenido que el bautismo en
agua, que Cristo mandó, era un ritual ceremonial judío que no es requerido por
Dios para la iglesia de hoy. Si el bautismo en agua que Cristo mandó no está
en vigencia hoy, ¿cómo se explican las numerosas referencias al bautismo en las
epístolas (ej. Rom. 6:3-4; Col. 2:12; 1 Ped. 3:21)? Supuestamente, estos
pasajes hacen referencia a una forma de bautismo en el Espíritu Santo que se
efectúa al momento de la fe, pero no sería el bautismo en agua de la gran comisión.
¿Cómo responderemos a esta doctrina?
En primer lugar, la ley de Moisés terminó en la
cruz (cf. Ef. 2:15,16; Col. 2:14), no al final del libro Hechos, o después. Por
lo tanto, el bautismo en agua mencionado en Hechos (cf. Hech. 2:37,38,41; 8:37,38;
16:33; 18:8; 22:16) no fue un rito o ceremonia de la dispensación judía. En segundo lugar, la refutación más obvia de
esta falsa doctrina se encuentra en el relato de Mateo, sobre la gran comisión,
donde el Señor, claramente ordenó a sus seguidores, “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén” (Maat. 28:19,20). Dos cosas importantes para nuestro estudio se
encuentran en este pasaje. Primero, el bautismo mencionado es claramente el
bautismo en agua, porque requiere un administrador humano, es decir, una
persona humana que sumerja. En cambio, el bautismo en el Espíritu Santo no
requería un administrador humano (cf. Mat. 3:11). Otra cosa importante es la promesa del Señor; él
estará hasta el fin del mundo con aquellos que participan de esta comisión. En
otras palabras, Jesucristo enseñó que el bautismo en agua tendría vigencia
hasta el fin de los tiempos. Por lo tanto, el bautismo que Cristo mandó es permanente
en el sistema cristiano (Mar. 16:15,16; Ef. 4:5; 5:26). Sin embargo, si actualmente no hay bautismo en
agua, entonces no hay manera de entrar en el reino (cf. Col. 1:13; Apoc. 1:9).
Porque es por el nacimiento del “agua”, es decir, el bautismo, que uno entra en
el reino de Dios (cf. Jn. 3:5; 1 Cor. 12:13). No hay vida (1 Ped. 1:22,23) ni
salvación sin este bautismo (1 Ped. 3:21).