Las exigencias de la Biblia



Por Josué I. Hernández

 
La Biblia es un libro exigente, más precisamente, una biblioteca de libros exigentes. Ella nos exige cosas, las demanda, y debiésemos prestarle atención.
 
La Biblia exige ser leída. “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros” (Col. 4:16). “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía” (Apoc. 1:3). Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6) y la fe viene por oír su palabra (Rom. 10:17).
 
La Biblia exige ser creída. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas” (Apoc. 1:3). La palabra de Dios realiza su obra en quienes creen (1 Tes. 2:13). Nuestra salvación viene por medio de creer la verdad (2 Tes. 2:13).
 
La Biblia exige ser obedecida. “recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:21). El hacedor, no el oyente olvidadizo, será bienaventurado en su obediencia (Sant. 1:25). Es en la obediencia a la verdad que purificamos nuestras almas (1 Ped. 1:22). Jesús es el autor de salvación eterna para quienes le obedecen (Heb. 5:9).
 
La Biblia exige ser respetada. Ella es la única y completa comunicación de Dios para nosotros. Ella es “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3). “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal. 1:8). “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Jn. 9). Debemos aprender “a no pensar más de lo que está escrito” (1 Cor. 4:6). A pesar del tiempo, y todos los cambios que han sucedido en la historia humana, la palabra de Dios se mantiene vigente, “Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Ped. 1:24,25). La palabra de Dios vive y permanece para siempre (1 Ped. 1:23).
 
La Biblia exige ser defendida. “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3). “…guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe…” (1 Tim. 6:20,21).  
 
No hay libro “imprescindible de leer” como la Biblia. Podemos postergar la lectura de otros libros, pero no debemos dejar de leer la Biblia. Ella merece la prioridad. Debemos reservar tiempo de calidad para leerla cada día. Debemos llevarla en el corazón. Seremos bendecidos de muchas maneras por hacerlo.