La Biblia es un libro exigente, más
precisamente, una biblioteca de libros exigentes. Ella nos exige cosas, las
demanda, y debiésemos prestarle atención. La Biblia exige ser leída.“Cuando esta carta haya sido
leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los
laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros” (Col. 4:16). “Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía” (Apoc. 1:3). Sin
fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6) y la fe viene por oír su palabra
(Rom. 10:17). La Biblia exige ser creída.“Bienaventurado el que lee, y
los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella
escritas” (Apoc. 1:3). La palabra de Dios realiza su obra en quienes creen
(1 Tes. 2:13). Nuestra salvación viene por medio de creer la verdad (2 Tes.
2:13). La Biblia exige ser obedecida.“recibid con mansedumbre la
palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:21). El
hacedor, no el oyente olvidadizo, será bienaventurado en su obediencia (Sant.
1:25). Es en la obediencia a la verdad que purificamos nuestras almas (1 Ped.
1:22). Jesús es el autor de salvación eterna para quienes le obedecen (Heb.
5:9). La Biblia exige ser respetada. Ella es la única y completa comunicación
de Dios para nosotros. Ella es “la fe que ha sido una vez dada a los santos”
(Jud. 3). “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal. 1:8). “Cualquiera
que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el
que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2
Jn. 9). Debemos aprender “a no pensar más de lo que está escrito” (1
Cor. 4:6). A pesar del tiempo, y todos los cambios que han sucedido en la historia
humana, la palabra de Dios se mantiene vigente, “Porque: Toda carne es como
hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca,
y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la
palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Ped. 1:24,25). La
palabra de Dios vive y permanece para siempre (1 Ped. 1:23). La Biblia exige ser defendida.“Amados, por la gran solicitud
que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario
escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos” (Jud. 3). “…guarda lo que se te ha encomendado,
evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la
falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe…”
(1 Tim. 6:20,21). No hay libro “imprescindible de leer” como la
Biblia. Podemos postergar la lectura de otros libros, pero no debemos dejar de
leer la Biblia. Ella merece la prioridad. Debemos reservar tiempo de calidad
para leerla cada día. Debemos llevarla en el corazón. Seremos bendecidos de
muchas maneras por hacerlo.