Regeneración bautismal

 


Por Josué I. Hernández

 
La Iglesia Católica Romana se adhiere al dogma de la regeneración bautismal. Según esta doctrina, existe mérito en el rito bautismal en sí, independientemente de cualquier obediencia preliminar, ya sea la fe o el arrepentimiento. Según esta doctrina hay poder misterioso en el sacramento del bautismo para eliminar por sí solo la contaminación del pecado, independientemente de la sumisión consciente y voluntaria al plan de redención de Dios. Esta es la razón por la cual el catolicismo aprueba y fomenta la administración de lo que ellos llaman “bautismo” a los bebés, a los fetos abortados, e incluso, a los enfermos mentales.
 
¿Cómo responderemos a esta doctrina?
 
En primer lugar, el “bautismo solo” no tiene validez para el perdón de los pecados. Cristo mandó que para ser bautizado el pecador debe oír, entender y creer el evangelio (cf. Mar. 16:15,16), y que debe arrepentirse (cf. Luc. 24:47). Pedro no enseñó la regeneración bautismal, en cambio dijo a los creyentes, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros” (Hech. 2:37,38). Felipe no enseñó la regeneración bautismal, sino que declaró al etíope que solicitaba ser bautizado, “Si crees de todo corazón, bien puedes” (Hech. 8:37). 
 
En segundo lugar, la Biblia señala al bautismo en Cristo como una expresión de confianza, es decir, un acto que expresa fe, en la operación de Dios que obró la resurrección de Jesucristo (cf. Col. 2:12,13). Entonces, debido a que el poder para salvar está en la muerte y resurrección de Jesucristo, los creyentes penitentes acceden a ese poder cuando se someten humildemente a la condición del Señor (cf. Rom. 6:3-7; Gal. 3:27). 
 
En tercer lugar, aunque reconocemos que el agua en sí misma carece de algún poder sacramental, eso no nos da el derecho de repudiar el bautismo en agua que Cristo mandó. Pablo describió aquel bautismo como único (“un bautismo”, Ef. 4:5), señalándolo como “el lavamiento del agua” y como “el lavamiento de la regeneración” en el cual el pecador es limpiado y salvado (Ef. 5:26; Tito 3:5). Por esta razón, Pedro, otro apóstol de Jesucristo, dijo que “el bautismo… nos salva” (1 Ped. 3:21).
 
Conclusión
 
Aunque la Biblia no enseña el concepto católico de la regeneración bautismal, es imprescindible reconocer que existe una relación entre la inmersión en agua que Cristo ordenó y el perdón que en Cristo es otorgado (cf. Apoc. 1:5; Hech. 22:16).
 
Las sagradas Escrituras enseñan que hay actos conscientes de obediencia que deben preceder a la recepción de la inmersión (bautismo) en Cristo; por lo tanto, si el bautismo no va acompañado de fe y arrepentimiento no tiene validez alguna (cf. Mar. 16:16; Hech. 2:38; 8:37,38).