Una enorme brecha en el calendario premilenarista



Por Josué I. Hernández


En Daniel 9:24-27 nos encontramos con un calendario de sucesos en el plan de Dios, un cronograma de los acontecimientos que sucederían en el futuro. Esta pasaje es conocido como “La visión de las setenta semanas”, la cual fue revelada a Daniel unos 550 años antes de Cristo. El ángel Gabriel dijo a Daniel que el Mesías, mediante su muerte, pondría fin al pecado para traer la justicia perdurable.

Los premilenaristas insisten en que los últimos acontecimientos de esta visión no han ocurrido, que actualmente vivimos en una brecha, o paréntesis, y que un día, que es inminente, Dios reanudará la secuencia para que sean consumados los últimos acontecimientos descritos en la visión de las setenta semanas. Esta doctrina convierte al cronograma de Dios en un calendario con una enorme brecha.

Antecedentes

Cuando Dios le dio a Israel la tierra de Canaán, les advirtió que si eran infieles los sacaría de ella. El cautiverio no era un castigo arbitrario. La tierra era de Dios, y él decretó que debía tener un descanso sabático. 

Cada siete años no se debía trabajar la tierra (Lev. 25:1-4). Cada séptimo año sabático, es decir, cada cuarenta y nueve años, era un año sabático doble, el jubileo (Lev. 25:8-55). Este era un año de libertad, de liberación divina, y de reposo. Estas disposiciones le recordaron a Israel su relación única con Dios.

Israel no fue fiel. Por eso, Dios decretó un castigo de setenta años de cautiverio en Babilonia (Jer. 25:11,12). ¿Por qué setenta años? ¿Una cantidad de años arbitraria, o una cantidad de años apropiada? Es interesante notar que el castigo del Señor fue de siete multiplicado por diez. Un número que señala completitud. El cautiverio duraría un número completo de sábados, “hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó” (2 Cron. 36:21).

Daniel dice que estuvo leyendo en Jeremías que la desolación de Jerusalén duraría setenta años. Ese período estaba casi terminando y Babilonia había caído. Por lo tanto, oró a Dios para que se cumpliera su promesa de restauración (Dan. 9:1-19).

Dios envió a Gabriel con una respuesta. Estaba por comenzar un nuevo período que daría como resultado la verdadera liberación del pueblo de Dios, con la destrucción total de Jerusalén y el templo. El nuevo período sería de setenta semanas, una contraparte del período anterior de setenta años de cautiverio.

Las setenta semanas

Seis cosas debían cumplirse dentro calendario de sucesos del plan de Dios, las setenta semanas determinadas (Dan. 9:24): 1) Terminar la prevaricación. 2) Poner fin al pecado. 3) Expiar la iniquidad. 4) Traer la justicia perdurable. 5) Sellar la visión y la profecía. 6) Ungir al Santo de los santos.

Las setenta semanas se dividen en tres grupos, 7 + 62 + 1 (cf. Dan. 9:25,26). Durante las primeras 69 semanas (7+62), Jerusalén sería reconstruida. Es importante reconocer que después del segundo grupo de 62 semanas, es decir, después de la semana 69, precisamente en la semana 70, el Mesías sería asesinado, la ciudad y el santuario serían destruidos, los sacrificios y ofrendas cesarían, y un pacto sería confirmado. 

Cumplimiento

Los intentos de correlacionar las setenta semanas (que a menudo se consideran semanas de años, y que corresponderían a 490 años) con alguna cronología exacta presenta varios problemas. No hay propuesta que no los tenga. Además, el cautiverio duró 70 años al redondear la cifra en una aproximación. En realidad el cautiverio babilónico duró un poco menos (605 – 539). Las setenta semanas se aproximan al marco temporal de estos eventos. Sin embargo, lo esencial en “La visión de las setenta semanas” es la liberación final, y el reposo resultante, por la obra del Mesías, lo cual fue ilustrado por las disposiciones de años sabáticos, correspondiendo al décimo jubileo.

Las primeras 7 semanas están separadas, evidentemente, denotando el jubileo que señala la restauración en la tierra prometida, lo cual comenzó con el decreto de Ciro (cf. Dan. 9:23,25; 2 Cron. 36:22,23). Luego son sumadas 62 semanas, y llegamos así a la semana 69. No hay registro bíblico que detalle eventos correspondientes a este segundo grupo de semanas, es decir, a las 62 semanas. La semana 70, es la semana final, y es la semana más importante, en ella está la atención de Dios: El Mesías sería ejecutado, y la ciudad con el santuario serían destruidos, una destrucción completa.

Precisamente esto es lo que sucedió. Jesús puso fin a la transgresión al hacer expiación por ella. Al hacerlo trajo la justicia eterna. Selló la profecía al cumplirla, y fue ungido por Dios. Sin embargo, fue asesinado por su propio pueblo, un rechazo que resultó en la destrucción de Jerusalén y el templo. Esta fue la destrucción completa de Israel y sus instituciones como arreglos de Dios. Y cuando el nuevo pacto de justicia de Jesucristo fue proclamado, la profecía fue sellada en el sentido de que cesó. Todo lo que Gabriel dijo que sucedería, sucedió.

Conclusión

El premilenarismo tiene una enorme brecha en su calendario después de la semana 69. Sus proponentes ignoran el punto de partida establecido, hacen considerables ejercicios matemáticos para hacer literal lo simbólico y ajustarlo a eventos históricos, desconectan del contexto la respuesta de Dios a la petición de Daniel, y sobre todo, ignoran el cumplimiento de todos los objetivos divinos en el período del Nuevo Testamento.