Mi relación con Dios, ¿en qué se fundamenta?



Por Josué I. Hernández


Imagine un matrimonio donde el marido solo busca la satisfacción de sus deseos, siendo la esposa una proveedora y él un necesitado-receptor. En un matrimonio semejante, el capricho egoísta no deja espacio al amor desinteresado. El marido de este cuadro solo necesita y exige, pero no ama ni da. Solo busca su propio beneficio (cf. 1 Cor. 10:33; Rom. 15:1). Esta clase de egoísmo es frecuente en muchos hogares, donde los padres y los hijos son egoístas que solo piden y esperan, sin realmente amar. ¿Cuántas madres solo buscan su propio beneficio en lugar de velar por las necesidades de sus hijos? ¿Cuántos hijos solo buscan su propio beneficio esperando de sus padres la satisfacción? 

No es una sorpresa encontrarnos con aquellos que fundamentan su relación con Dios en la satisfacción de deseos. Para ellos Dios es un proveedor que debe sosegar necesidades, que debe satisfacer y complacer. Sin embargo, los verdaderos cristianos basan su relación con Dios en el amor (1 Jn. 4:8,16; cf. Jn. 3:16; Rom. 5:8-10).

Obviamente, necesitamos a Dios, y él provee lo que necesitamos, “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hech. 17:28). Es más, Dios sabe lo que necesitamos incluso antes de que le pidamos (Mat. 6:8,32), y en su amor, se complace en satisfacer nuestras necesidades como el dador de todo bien (Sant. 1:17; cf. 2 Cor. 9:8-10). Dios se ha comprometido a dar a sus hijos las “buenas cosas” (Mat. 7:11). 

Pero, si mi “relación con Dios” solamente se enfoca en mí, ¿cómo puedo llamar a esto “amor”? ¿Qué clase de relación sería esa? “El amor… no busca lo suyo” (1 Cor. 13:4,5). 

¿Cómo reacciono cuando Dios no satisface lo que yo creo que debe darme (cf. 2 Cor. 12:7-10)? ¿Realmente quiero agradar, complacer, a Dios, o solo quiero ser complacido por él (cf. 2 Cor. 9; Ef. 5:10; Col. 1:10)? ¿Qué voluntad quiero que prevalezca (cf. Mat. 6:10)?

¿Amo a Dios, o solamente lo “necesito” para que él satisfaga mis necesidades? ¿Realmente quiero ir al cielo para estar con él, o quiero ir al cielo porque otra opción no me agrada? 

Dios no quiere que solamente lo necesitemos, Dios quiere que lo amemos, y su ejemplo de amor facilita ese camino, “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Jn. 4:19). “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Jn. 5:3).