Virginidad



Traducción de la obra “THE CASE FOR VIRGINITY”, por Alexis Williams.


Soy virgen por decisión propia. Sé que tener relaciones sexuales es una decisión que sólo me corresponde a mí. Entiendo la enorme presión social por apresurar el comportamiento sexual temprano, y a menudo, la gente tiene relaciones sexuales antes del matrimonio. Las mujeres están olvidando que no es el hombre quien decide cuándo ellas están listas para entregar este obsequio. Sencillamente, es mi regalo para quien realmente lo merece, y en mi corazón sé quien realmente merece este regalo, mi futuro esposo.

Soy virgen para mi futuro esposo. Entregarme por completo a él físicamente es lo único que nadie más en el mundo puede darle. Es lo único que poseo, y que le daré, y éste será un obsequio solo para él. Esto es algo tan hermoso, sincero y especial. ¡Qué maravilloso será darle algo tan único a quien sabrá que nadie más en el mundo recibió este regalo de mí! Se sentirá muy honrado. Y es un honor, y un sentimiento que solo quiero compartir con él. Será perfecto, porque será algo que compartiremos mutuamente, mientras el Señor quiera que vivamos en la tierra.

Sin embargo, sobre todas las cosas soy virgen para mi Dios. Él es mi Creador y mi Señor. Al permanecer virgen hasta el matrimonio, manifiesto mi confianza en él, y lo honro al respetar su divina voluntad. Su voluntad es que yo espere hasta después de la boda para tener relaciones sexuales, y confío en que su voluntad es buena, agradable y perfecta. Esto significa que si espero hasta después de la boda para tener relaciones sexuales, estaré haciendo su voluntad; y así, aquella experiencia será maravillosa, diferente a cualquier otra experiencia sexual que alguno pudiera tener fuera del matrimonio. 

Hay una razón por la cual mi Señor desea que esperemos hasta el matrimonio, y sé cuál es esta razón. Sin duda alguna, el sexo con mi marido será mejor que cualquier otra cosa que pueda imaginar, porque será correcto ante los ojos de mi Señor, y todo lo bueno ante sus ojos es bendecido por él. Así, pues, estoy segura de que esta bendición superará toda expectativa que mi mente siquiera pueda imaginar sobre el sexo ahora que soy virgen.


“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).